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142 CARLOS BAZARRA Pienso que esta voluntad no es sólo post-lapsista (después del pecádo) sino también anterior a todo pecado. La creación misma es efecto de su amor, como afirma el Vaticano I: «Este único y verda­ dero Dios, por su bondad y omnipotente virtud, libremente creó al comienzo del tiempo, no para aumentar su felicidad ni para adqui­ rirla, sino para manifestar su perfección por los bienes que concede a sus criaturas»3. Ante la mente divina se presentan infinitas posibilidades de cria­ turas, de hombres y mujeres. No todas las posibilidades se hacen rea­ lidad. ¿Por qué unas posibilidades pasan de potencia a acto, y otras se quedan en simples posibilidades y nunca llegarán a ser realidad? La diferencia la marca el amor. Lo que no existe, no fue amado. Lo que existe, es amado por Dios. El amor divino es creativo. Estoy hablando de Amor, y es verdad. Pero habría que precisar. El Amor intratrinitario es eso: a m o r . Amor que se ve correspon­ dido, amor gratificante. No es propiamente «misericordia». Pero con relación a las criaturas, el amor divino reviste la moda­ lidad de «misericordia». ¿En qué se distingue el amor y la misericor­ dia? El amor es entre iguales. La misericordia es hacia el inferior. Comenta San Agustín: «La misericordia no es otra cosa sino una cier­ ta miseria contraída en el corazón. La misericordia trae su nombre del dolor por un miserable: la palabra incluye otras dos: miseria y cor, misericordia y corazón. Se habla de misericordia cuando la miseria ajena toca y sacude tu corazón»4. El Amor rige las procesiones y relaciones intratrinitarias. A ese Amor lo llamamos Gracia por excelencia, Gracia Increada, Amor Original. Pero las relaciones de Dios con las criaturas, mujeres y hombres, se rigen por la misericordia. Y esa misericordia, como ini­ ciativa divina, es también Gracia Increada, Amor Original originante. Este Amor Original originante crea todas las criaturas, crea hom­ bres y mujeres, como fruto de esa Misericordia Eterna. Y los hombres y mujeres existentes los podemos llamar «amor originado». No existi­ rían si no fueran amor. Antes de hablar de pecado original originado, hemos de afirmar, como verdad indiscutible, que nacemos como amor originado. 4 S. A gustín , Sermón 358 A, 1.

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