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114 FELIPE F. RAMOS tintamente en este desarrollo— ha merecido una consideración importante en la reciente obra de J. D. Crossan 18. El título que hemos dado a este apartado pretende definir, aunque sea metafóri­ camente, la estructuración del mismo. Las fuentes múltiples que bro­ tan en un distrito más o menos amplio surgen o se nutren de un manantial común, por profundo e invisible que sea. Como es sabi­ do, Crossan circula en el amplio campo del NT por vías extraordi­ narias: Los capítulos y versículos clásicos los subordina e incluso los sustituye por «complejos», que son pequeñas frases o sentencias con un determinado contenido. El inventario total, según este autor, de los complejos del NT es de 522. De ellos 180 poseen más de una fuente o testimonio independiente; los otros 342 poseen un solo tes­ timonio o dependen todos de la misma fuente. En consecuencia, dos tercios de «los complejos» que componen la tradición en torno a la figura de Jesús cuentan únicamente con un solo testimonio. Por tanto, la segunda clase de complejos «debe ser desdeñada absoluta­ mente» por el principio de exclusión por singularidad 19. Aplicando su teoría a la expresión que estamos estudiando, nuestro autor únicamente considera como válidos aquellos comple­ jos testimoniados por varias fuentes. Naturalmente que esta afirma­ ción afecta sólo al Hijo apocalíptico del hombre. Si acertamos a pre­ sentar su figura con las características que le atribuye Crossan, el Hijo apocalíptico del hombre sería un personaje determinado por los pen­ samientos del juicio inmediato, de la resurrección y del amanecer de una nueva era gracias a una intervención tan trascendentalmente obvia que sus propios adversarios o enemigos, sus opresores o per­ seguidores, se verían obligados a reconocerla y a convertirse o a darse por vencidos 20. Si partimos de la figura del Hijo apocalíptico del hombre según Crossan, las palabras que citamos literalmente a continuación refle­ jan perfectamente su convicción: «Nunca se refirió (Jesús) a sí mismo ni a ninguna otra persona como al Hijo apocalíptico del hombre, y cabría explicar la ruptura entre Juan (el Bautista) y Jesús avanzando 18 J.D. C ro s s a n , o . c . 19 J.D. C ro s s a n , o . c ., pp. 29-30. 20 J.D. C ro s s a n , o . c ., pp. 284-285.

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