PS_NyG_1998v045n001p0107_0135

LA «FIGURA» DEL HIJO DEL HOMBRE 113 Nos parece que la cuestión terminológica tiene una importan­ cia decisiva. Tanto que sin una buena explicación de la misma esta­ ríamos construyendo una cristología del Hijo del hombre sin la pla­ taforma necesaria de una jesuología fundamental. No nos importa repetirlo. Y al hacer esta afirmación viene inevitablemente a la mente la última e importante monografía en lengua castellana recientemente editada y a la que ya nos hemos referido: «Hay que insistir desde el principio en que este estudio no pre­ tende dar un juicio sobre la autenticidad de los dichos, es decir, sobre la atribución o no a Jesús del uso de la expresión, ni tampo­ co investigar el proceso de redacción de los textos que la contie­ nen. De hecho, los resultados de los trabajos sobre estos temas son tan hipotéticos y contradictorios que parecen encontrarse en un callejón sin salida. Nuestro estudio no se basa, en consecuencia, en hipótesis más o menos verosímiles ni pretende proponer una nueva; se apoya en los datos que ofrecen los evangelistas, con objeto de investigar lo que ellos han querido transmitir con la denominación «el Hijo del hombre» a las comunidades cristianas»17. Creemos que no se puedo prescindir en absoluto de lo que a estos dos autores no interesa. Por no haberlo tenido en cuenta han realizado un inmenso trabajo cuya mejor valoración sería conside­ rarlo como una «teología de la liberación» sin partir de la realidad que debe ser liberada, como exigiría una auténtica liberación con la etiqueta mencionada. Su teología de la liberación nos parece exce­ sivamente especulativa y utópica. La fe cristiana juega un escaso papel en ella. Por otra parte, ¿cómo se puede descubrir lo que los evangelistas han querido transmitir a las comunidades cristianas con la denominación «el Hijo del hombre» sin conocer los múltiples aspectos implicados en dicha denominación? II. LAS FUENTES Y EL MANANTIAL El título, expresión, autodesignación o atribución de Hijo del hombre para designar a Jesús —las palabras que acabamos de men­ cionar no son sinónimas, evidentemente, pero son utilizadas indis- 17 J. M ateo s - F. Cam acho, o . c ., p. 21.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz