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LA «FIGURA* DEL HIJO DEL HOMBRE 135 indirectas con Dn 7, 13, seis aparecen en el discurso escatológico. Y Mateo, el único que utiliza la palabra parusía (Mt 24, 27.37.39) inserta varias veces el tema del hijo del hombre en frases que, en principio, no tenían tal connotación. En la última fase de su evolución, la formula hijo de hombre está íntimamente ligada a un contexto temporal, al momento en el que Jesú s se revelará finalmente; sin embargo, desde un punto de vista formal, aún sigue siendo fórmula de autodesignación 57. La conclusión inevitable del estudio de los textos evangélicos en los que tiene influencia Daniel nos parece la siguiente: El Hijo del hombre como perífrasis, como autodesignación e incluso con otras acepciones (que adquirieron en los evangelios el carácter de «título») supone que dicha expresión era ampliamente conocida, per tenecía al vocabulario de uso común, no puede circunscribirse al texto de Daniel, ni, por tanto, se puede recurrir a él como única fuente de inspiración (como hacen la mayor parte de los exégetas, al estilo de N. Perrin) 58. La autodesignación no era en modo alguno sorprendente ni desconcertante. Posteriormente, al relacionarla con Jesús, se fue cargando de peso teológico hasta alcanzar el que tiene en los evangelios. La última cita de N. Perrin, y la evocación de otros autores como Crossan nos obliga a dar la explicación más satisfactoria de sus «especulaciones»: el haber comenzado por donde debían haber terminado. El estudio de la autodesignación de Jesús debe comen zar por las expresiones que traducen su fase terrena; pasar por las relativas a la pasión-entrega de su vida y terminar por las relativas al Hijo del hombre apocalíptico59. Felipe F. R amos Universidad Pontificia Salamanca 57 G. V erm es , o . c ., p. 196. 58 Mi artículo en Studium Legionense: -El Hijo del hombre y el Reino-, que se halla en prensa. 59 E. S c h w e iz e r , «Der Menschensohn (Zur eschatologischen Erwartung Jesu)», en Neotestamentica, 1963, pp. 56-58, y en el mismo volumen: «The Son of Man again», pp. 85-92.
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