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130 FELIPE F. RAMOS es que el título, designación, expresión o como se lo quiera llamar únicamente aparece en los evangelios (las excepciones al respecto, Hch 7, 56 y Apoc 1, 13; 14, 14, no cuentan) y esté reservado en exclu­ siva a Jesús. Siempre aparece en sus labios, admitida como aparente, no real, la excepción de Jn 12, 32. Siempre hemos creído que la razón única de este hecho singular es que se trata de la única autodesigna- ción de Jesús. El comentario de Dodd, con mucha mayor autoridad que la mía, lo confirma al reconocer las dos realidades siguientes: «En arameo, “hijo del hombre” es un término de lo más corriente para decir “hombre”, en el sentido de un individuo de la especie humana (“un hombre”, o “el hombre», según los casos)». La segunda afirmación es más importante: «Los autores de los evangelios debieron tener alguna razón particu lar p a r a traducirlo con una rígida literalidad (toda la cursiva es mía). Conviene señalar que únicamente proceden así cuando refieren dichos de Jesús. Nunca ponen esta peregrina expresión en boca de otros ni la emplean al hacer sus relatos. Puede ser que alguna vez la introdujeran en dichos en que no la había empleado Jesús, pero la razón más probable de esto es seguramente el haberse dado cuenta de que era característica de su modo corriente de hablar»46. Así se expresa Geza Vermes: el primer especialista destacado en el NT que reconsideró todo su enfoque del problema «hijo del hombre» a la luz de los nuevos datos arameos fue ese juvenil e infatigable octogenario llama­ do C. H. Dodd (¡magnífico piropo!) 47. 5.2. La expresión Hijo del hombre es utilizada siempre en los evangelios como autodesignación de Jesús; subyace un sentido cuasi- titular48. Este subyacente cuasi-titular es al que nosotros hemos expli- citado quitándolo el «cuasi». S. E. Johnson habla de «autodesignación y en ella va implicada su dimensión trascendente: un hombre más que hombre; es el Señor exaltado que vendrá en la gloria49. 46 C. H. D o d d , Elfundador del cristianismo, Herder, 1974, p p . 132-133. 47 G. V ermes , o . c., p. 202. 48 F. H ahn , o . c ., c o l. 928. 49 S. E. Jo h n so n , o . c., pp. 413-414.

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