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LA «FIGURA» DEL HIJO DEL HOMBRE 127 generalizada, la explica como una aplicación dada a Jesús, proce­ dente de la actividad midrásica de la Iglesia primitiva o de la teolo­ gía de los redactores 38. Y si es lícito hablar de una «vía media», podría aceptarse que fue una autodesignación utilizada por Jesús, no como título sino a modo de una circunlocución modesta para designarse a sí mismo como un hombre cualquiera o como miem­ bro de un grupo. Quiero cuidarme mucho de recurrir a términos no aplicables al campo científico, como conspiración, consenso, armo­ nía preconcebida... para poner en tela de juicio o negar que Jesús utilizase esta expresión. Al exponer las propias teorías cada autor recurre a los argumentos que, según su criterio y metodología, las avalan. Las reflexiones siguientes pretenden contribuir al estudio del tema desde la globalidad del mismo y desde la apertura a las distin­ tas aportaciones que pueden brindarnos consideraciones proceden­ tes de los distintos acercamientos posibles a la cuestión. 1.a) Dentro de los cuatro evangelios la expresión Hijo del hom­ bre siempre es título. Con esta declaración voy más allá de la afir­ mación que la califica como «presunta fórmula cristológica»39. No es una «presunta fórmula cristológica». Es un título cristológico aplica­ do a los tres momentos o fases en que habitualmente es utilizada desde una catalogación generalizada: el ministerio terreno de Jesús, el tiempo de la pasión-resurrección y la existencia y quehacer pos­ terreno. En el actual texto griego de los evangelios se entiende en todas partes como un títu lo40. 2.a) Esta fórmula cristológica o la consideración del Hijo del hombre como título no es aplicable a la fase anterior a su muerte- resurrección. Esta segunda reflexión nos parece evidente y no debe producir ningún desasosiego. La expresión Hijo del hombre en la fase a la que ahora nos referimos está en la misma situación que todos los demás títulos cristológicos. Nos parece excesivamente cré­ dula o poco fundada la manifestación siguiente: «Con esto (algunos textos, entre otros la confesión de Cesarea de Filipo, Me 8, 27-33 y algún otro) hemos encontrado las huellas de los títulos de Jesús 38 J. P. M eier , o . c ., p. 1324. 39 G. V erm es, o . c ., p. 171. 40 J . J erem ías , Teología del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca, p. 303.

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