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108 FELIPE F. RAMOS en concreto, aramea. El punto seguro de referencia lo tenemos en el bar nashá o bar enasá, cuya traducción literal no sería «el hijo del hombre», sino «el hombre». Aquí tendríamos el punto de partida al que se adhirieron una serie de elementos que llevaron a la expre­ sión «hijo del hombre» a la complejidad de su significado. La pala­ bra «hombre» fue recibida dentro del vocabulario esotérico de la lite­ ratura apocalíptica, perdió su significado normal, que designaba al ser humano, y comenzó a ser utilizada como símbolo de algo dis­ tinto. Esto ocurrió a principios del siglo segundo a. de C., al ser uti­ lizada por Dn 7, 13 en una de sus visiones: el «como un hijo de hombre» se convierte en un ideograma que hace referencia a algo distinto al ser humano en sentido general. En nuestro caso a una figura colectiva significativa del «pueblo de los santos del Altísimo» \ C. Cope, que dedicó a la expresión un artículo de 78 páginas en el diccionario bíblico de mayor prestigio (TWzNT, VIII, 403-481), vol­ vió sobre el tema reconociendo que «el problema del Hijo del hombre sigue siendo virulento»2. Y B. Lindars considera el título en cuestión como el gran centro de debate en los estudios del NT en el siglo xx 3. Para C. K. Barret, en su prestigioso comentario al evangelio de Juan, «el uso del término “el Hijo del hombre” en los evangelios sinóp­ ticos es uno de los más grandes rompecabezas de la teología y de la cristología del NT». En su consideración global del problema afirma que el texto que mejor reflejaría el sentido original de la expresión nos lo ofrece el cuarto evangelio en el texto del 19, 5: idoú ó ántbropos, el conocido «ecce homo» con cuya indicación Jesús fue presentado al pue­ blo por Pilato. Dicha expresión implica una serie de contrastes: — Jesús es aclamado como rey de los judíos por los soldados y Pilato le presenta como el Hombre. — Se manifiesta la conciencia de Jesús de ser Hijo de Dios (Jn 19, 7) y, en contraposición a los hombres que debe­ rían reconocerlo como tal, es presentado como el Hombre 1 J. W. M anson , The Teaching of Jesus, Cambridge University Press, 1935. Fue la primera edición; la que hemos utilizado es la de 1967. 2 C . C o pe , «Neue Untersuchungen zum Menschensohn Problem», en Theologis­ che Revue, 1981, col. 353-372. 3 B. L indars , Jesus Son of Man, London 1983.

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