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122 FELIPE F. RAMOS que hacerla compatible con la descripción del cinismo y con la defi­ nición siguiente: «El Jesús histórico fue, por tanto, un cínico judío de carácter campesino». Terminemos este diálogo con J. D. Crossan con las palabras fina­ les de su obra: «La presente obra constituye una reconstrucción eru­ dita del Jesús histórico. Y si no se puede creer en una cosa que es fruto de la reconstrucción, quizá no quede nada en lo que creer»35. Huelga todo comentario. Únicamente repetir, al menos a modo de interrogante, la frase de Sjóberg: «... mientras que el Hijo del hom­ bre, según la esperanza judía, aparece sólo como juez de los peca­ dores y salvador de los justos en el juicio final, Jesús se volvió preci­ samente a los pecadores y desechados »36. * * * Antes de entrar en el último apartado, en el que nos pronun­ ciaremos con la máxima claridad frente a los múltiples interrogantes planteados por la figura del Hijo del hombre, queremos ofrecer algunas consideraciones generales no dominadas por el subjetivis­ mo en acción, que hemos contemplado en este apartado, ni por el tradicionalismo-fundamentalismo, que también hemos tenido que soportar. También nosotros admitimos un proceso, una evolución, unas fuentes, un crecimiento en lo relativo al tema del Hijo del hom­ bre. Los puntos siguientes pretenden ser la plataforma sobre la que caminemos con la seguridad requerida en el último apartado. 1.°) Por razón de la claridad distinguiremos dos fuentes: Mar­ cos, cuyos textos se hacen presentes en Mt y Le bajo la influencia del primero, y la segunda, que es Q, con influencia en Mt y Le. 2.°) En Marcos se destaca su aspecto terreno en dos textos importantes (2, 10 y 28: poder perdonar los pecados y ser dueño del sábado). Se destaca la ironía clara entre la humildad de su apa­ riencia y sus poderes extraordinarios. La necesidad del sufrimiento; 35 J. D. C rossan , o . c ., p. 488. 36 E. S jö b e r g , Der verborgene Menschensohn in den Evangelien, Lund 1955, p. 244.