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118 FELIPE F. RAMOS 6.°) El tiempo desconocido. Se hace referencia a Me 13, 33-37. Sería una creación exclusiva de Lucas, en la que el autor desarrolla su propia finalidad en vez de utilizar el texto de Me 13, 33-37, una versión análoga del cual presentaba Lucas en 12, 35-382Ó. Otros doce «complejos» que hablan del Hijo apocalíptico del hombre están atestiguados una sola vez y, por consiguiente, deben ser excluidos por el principio de la singularidad, al que nos hemos referido, y que es esencial a su metodología. Quiero dejar aquí constancia de la falta de coherencia del méto­ do absolutamente válido según nuestro dialogante: «La disciplina de mi método me impide utilizar testimonios únicos para intentar reconstruir la figura del Jesús histórico, de manera que si ahora uti­ lizo este texto (Me 2, 27-28: el relativo al sábado, el hombre y el Hijo del hombre), es únicamente como ejemplo de texto tradicional conocido por Marcos, en el que Jesús utilizaba la expresión «el hijo del hombre» ... «... he venido despreciando (a lo largo de la obra) este tipo de “complejos”, y si ahora lo recojo, es simplemente a modo de trampa metodológica» 27. En la totalidad de los «complejos» sobre el Hijo del hombre, incluido también el hijo terrenal y el celestial, no sólo «el hijo apo­ calíptico del hombre», el único de los cuarenta en los que aparece la expresión en dos fuentes independientes la una de la otra es el de Las raposas tienen cuevas... (Evangelio d e Tomás, 86 y 1Q; Le 9, 57-58; Mt 8, 19-20): «Siguiendo el camino, vino uno que le dijo: “Te seguiré adonde quiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las rapo­ sas tienen cuevas, y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hom­ bre no tiene donde reclinar la cabeza”». Copiamos a continuación literalmente el comentario de Crossan: «... el dicho se remontaría al propio Jesús, aunque, como hemos indi­ cado, la interpretación definitiva de su significado requeriría disponer de un contexto más amplio...»28. Esa afirmación nos merece la consi­ deración siguiente: no nos parece seria, sobre todo si tenemos en cuenta la interpretación que el autor hace de la misma: «el ser huma- 26 J.D. C ro s s a n , o . c ., p. 301. 27 J.D. C ro s s a n , o . c ., p. 304. 28 J.D. C ro s s a n , o . c ., p. 303.

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