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APROXIMACIÓN A EDITH STEIN. 103 Y la experiencia de Dios, antes ocasional, se vuelve experien­ cia totalizante y permanente. La unión Dio s-Edith es una verdadera experiencia mística. El absoluto, lo divino ha tomado posesión de ella. Edith es experiencia de Dios y Dios es experiencia en Edith. El primer paso de la empatia es ahora finalmente desvelamiento: cono­ cimiento desde la experiencia y el afecto. Pero la experiencia mística del claustro no tiene que suponer lejanía de la realidad; es simplemente un cambio de punto de mira. Los acontecimientos políticos provocados por el nacismo se suceden. El pueblo judío está pasando un momento grave: el exterminio está en las perversas mentes de los gobernantes, obcecados por la pureza de la raza. Edith, a salvo por las rejas y por la conversión, siente, no obstante, angustia y dolor por su familia y su pueblo. Desde el Car­ melo comienza un calvario, un camino de la cruz, que le llevará del abandono en Dios manifestado en la donación por los hermanos. Unos meses antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, Edith, con el permiso de su superiora, realiza un gesto de corazón: se entrega interiormente por la salvación de su pueblo, que era la humanidad entera dividida y enfrentada. El 9 de agosto de 1942 la entrega se consuma físicamente. Edith muere gaseada, pero vive en todo lo que amó intensamente: su familia, su filosofía, sus amista­ des, sus admiradores, también sus imitadores. La unión mística se ha consumado en la oblación. Nuestra doc­ tora ha estado enclaustrada, pero no separada; ha sido contemplati­ va, pero ha gozado con la cercanía de la humanidad. La solidaridad con los hermanos y la unión en la oración tienen un punto de con­ vergencia en la Cruz redentora. La cruz, signo de muerte, patíbulo de Cristo, se ilumina una vez más. Todos los misterios se tornan luz, brillo, verdad, en la medida en que se buscan con humildad y se experimentan. Lo que comenzó siendo un experiencia de lo sagrado, a través de algunos fenómenos religiosos, se hizo personal aceptación con la experiencia del Dios cristiano. Posteriormente, y en la medida que se entrega a Dios en los hermanos, hace permanente experien­ cia mística. La búsqueda de Edith llega a su final con la definitiva experiencia gozosa de la cruz-luz de Cristo al compartir, lúcidamen­ te, la injusta muerte que provoca la ceguera del fanatismo de la per­ secución y el holocausto.

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