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100 JUAN JOSÉ GONZÁLEZ ESTÉVEZ del mundo”, que una fe sin alteraciones echaría por la borda... O bien una persona despierta en m í simpatía; pero no quiero reconocerlo internamente, la evito». -A esta fe auténtica y viva yo le niego mi consentimiento y no le dejo hacerse operante en mí » 181. Desde algunos fenómenos y desde la filosofía Edith comienza a empatizar con la fe, con el Dios cristiano. El primer paso está dado. 3.4.3. Experiencia transformadora de Dios Hasta el momento, ha sido la descripción de un elenco de situa­ ciones muy concretas donde Edith manifiesta cómo pequeñas estre­ llas brillaron en su interior descreído y racional, pero insatisfecho; luces de fe, presencias del Dios personal cristiano. Ahora se acerca a pasos agigantados a la verdad ansiada. El acontecimiento, ocurrido el verano de 1921, es fundamental. Es la ruptura de nivel de toda experiencia religiosa que marca un antes y un después. En un breve relato titulado Wie ich in dem Kölner Kar­ mel Kam, escrito en 1938, nos relata su tránsito de la noche oscura a la claridad de la aurora. Después de la lectura Ejercitación del cristianismo de Kierke­ gaard se siente decepcionada. El filósofo danés habla de la soledad del hombre ante Dios y de la fe como salto hacia lo incierto. Esta visión de la fe no le satisface. Sin embargo, con la lectura de la auto­ biografía de Teresa de Jesús, la satisfacción y el gozo se transfor­ man en encuentro, asentimiento. Había encontrado la verdad. Éste es el relato presentado por W. Herbstrith. Edith Stein pasaba a menudo largas temporadas en la finca de sus amigos, el matrimonio Conrad-Martius, en Bergzabern. Hed­ wig Conrad-Martius escribe. «Era natural que nos visitara durante semanas, a nosotros como a otros fenomenólogos, allí donde nos habíamos establecido. Sus amigos eran los nuestros. Nuestros ami­ gos eran los suyos... La última vez que Edith estuvo con nosotros, nos encontrábamos las dos en una crisis religiosa. íbamos las dos 181 W. H er bstr ith , El verdadero rostro de Edith Stein, 69-71.

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