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APROXIMACIÓN A EDITO STEIN. 81 desde la perspectiva de la razón. «Perder la fe en la razón es, para Husserl, desarticular la vida, despojarla de sentido. La crisis de la razón es la crisis del hombre europeo contemporáneo. El positivis­ mo, al perder la confianza en la razón, decapita la Filosofía. El hom­ bre europeo no puede renunciar a la razón. Somos herederos de los griegos. Atenas mantiene toda su vigencia, Jerusalén no es real­ mente una alternativa viable. Husserl concluirá que el racionalismo es un error, pero la racionalidad, un imperativo ineludible»142. Las dos posibilidades del espíritu humano siguen abiertas. Por esto mismo nos recuerda nuestro Unamuno que «Filosofía y religión son enemigas entre sí y, por ser enemigas, se necesitan una a la otra. Ni hay religión sin alguna base filosófica ni filosofía sin raíces religiosas; cada una vive de su contraria. La historia de la Filosofía es, en rigor, una historia de la religión»143. Lo que no podemos negar desde la antropología es que el ser humano se presenta como un ser fundamentalmente abierto a una realidad radical y última que, existiendo desde siempre, lo hace capaz de determinaciones absolutas unificadoras de la realidad en que vive. La persona humana adopta una actitud peculiar, fruto del sentimiento de dependencia y de religación —religión— que se manifiesta de múltiples maneras en la historia. Las religiones se presentan como camino que conduce a la verdad. De hecho a la mayoría de religiones se las ha llamado precisamente camino. La verdad religiosa es la verdad de una fe, de una entrega, no la verdad de la lógica. Como bien lo expresó Zubiri: «el sentido de la verdad religiosa no es el de una confor­ midad ni el de una adecuación. Se trata de un sentido distinto: es el sentido de una vía. El que está convencido de la verdad de su fe cree que si se prologara esa línea y se llegara a estar cara a cara frente al Dios en quien tiene fe, este Dios podría sin duda ser muy distinto de lo que él se ha imaginado, pero corroboraría el camino emprendido para llegar a él. Esto es lo único que pue­ de pretender la verdad religiosa. La verdad religiosa consiste en este “hacia” en el que el hombre dirige su pensamiento hacia 142 Ib., 164. 143 M. de U n am un o , Del sentimiento trágico de la vida, Espasa Calpe, Madrid 1967, 11.a ed., 91.

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