PS_NyG_1998v045n001p0007_0106

68 JUAN JOSÉ GONZÁLEZ ESTÉVEZ quedará desamparado y a merced del más fuerte; dejará de tener valor en sí, para convertirse en instrumento, o de sus caprichos, o de los intereses extrapersonales 114. La alegría y el gozo vital de Edith se refleja en su obra filosófi­ ca; quizá para el hombre de fe, como lo era intensamente Edith, la v er d a d esté desvelada. Para el filósofo que busca la verdad en lo tangible y lo racional, sin mirar más allá del hombre y sus límites, el «optimismo steiniano» se presentará como puro subjetivismo. No olvidemos que la filosofía en Edith es un peldaño impor­ tante y sabroso, pero sólo un paso en su «ascensión mística». Un neoescolástico contemporáneo, Daniel Feuling, OSB, así lo mani­ fiesta: «Lo característico en el estilo de Edith Stein es para mí su amplia visión espiritual y la aspiración y el sentimiento del corazón que resulta de ella. En su interior alentaba un ansia por el sentido más profundo de la vida y del ser del hombre, en ese ansia, ella aspiraba en constante contemplación —en la vida y en la investiga­ ción científica— a hallar la gran interrelación de la existencia en la humanidad y en la totalidad del mundo y del ser»115. C a pítu lo III EN BUSCA DE LA VERDAD 1. FENOMENOLOGÍA RELIGIOSA Iniciamos el tercer paso de nuestra aproximación a Edith Stein. En el capítulo anterior nos acercábamos a la mujer filósofa que evolu­ ciona desde del método fenomenológico al escolástico, logrando una acertada síntesis. El cambio operado obedece a la novedad en su expe­ riencia personal de fe. La lucidez de la inteligencia y de la apertura a los fenómenos que nos acercan al hombre nace, ahora para Edith, de una experiencia, de un cambio de significado en su vida interior. 114 Ib., 45. 115 Cit. en H f .rb s trith , o . c ., 164.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz