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APROXIMACIÓN A EDITH STEIN.. 67 steiniana, el fundamento eterno del ser finito; el ser humano halla­ rá, así, un sentido válido a su existencia. Edith Stein estaba profun­ damente convencida de que la pregunta por el sentido del ser nos ha conducido al Ser, creador e imagen de todo ser finito. La huma­ nidad busca y analiza la complejidad y la riqueza del ser personal. Esto constituyó el centro polarizador de la filosofía steniana. Quiere, ciertamente, desvelar el secreto del hombre, su propio misterio, su sentido pleno. Edith Stein no se conforma con una antropología, una funda- mentación del primer ser. Sería una solución válida, pero fría e insu­ ficiente. La categoría de «persona» que adorna al hombre reclama un interlocutor último que agote todas sus posibilidades de finitud. Desde la experiencia mística personal, Edith propone sus conclusio­ nes: todo ser finito procede y está anclado en el Ser Eterno, al que denomina Dios. Dios es el fundamento mantenedor de todo; llegar a Él trae como consecuencia usufructuar una situación de reposo y equilibrio. Los interrogantes sobre nuestro ser quedan esclarecidos, cobrando la realidad entera un nuevo significado. Desde la plataforma divina, el mundo humano adquiere tonali­ dades desconocidas hasta entonces: se descubre la profundidad per­ sonal que esconde, la capacidad trascendente de que está dotado, las potencialidades cognoscitivas que puede poner en práctica, la unidad cualificante del universo, el papel preponderante del hom­ bre en él, y hasta la libertad en el riesgo de no aceptar su arraigo en el Dios personal113. Edith rechaza el «finitismo» temporalista de Heidegger, pues para ella el hombre no sólo conoce la eternidad sino que está lla­ mado a esta misma infinitud; entre Dios y el hombre se ha estable­ cido un constante diálogo interpersonal destinado a completarse en la vida eterna. Ezequiel García, uno de los estudiosos actuales de Edith , concluirá que en el pensamiento de Edith: Dios y el hombre están llamados a entenderse, a comunicar­ se, a interrelacionarse, están hechos el uno para el otro. Todo lo que no conduzca a esto es una desviación grave de las leyes del ser explicitadas en el hombre. Quitado Dios como fin de aquél, 113 Cf. ib., 43.

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