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APROXIMACIÓN A EDITH STEIN. 65 Pero es en su obra cumbre Endliches und Ewiges Sein (Ser fin i ­ to y ser eterno) donde mejor manifiesta todo su saber filosófico. Reproduce en esta obra su síntesis fenomenológico-tomista. A la luz del método fenomenologico, estudia la obra de Tomás Acto y Poten­ cia. Si Santo Tomás comienza con la sabiduría y la verdad divinas, y concluye en el conocimiento del hombre, sentido descendente de la teología y la filosofía escolástica. Edith, por su parte, comienza por los conocimientos más cercanos a nosotros, las realidades, los fenómenos, para llegar al Ser Supremo; es el sentido horizontal y, a la vez, ascendente de la nueva teología. Edith ve la necesidad de «pasar del método fenomenològico al ontologico; de las apariciones del ente al fundamento de su unidad, la esencia y la realidad. Con ello ha llevado a cabo el paso de un maestro a otro, sin abandonar el legado de Husserl de describir los hechos que manejamos con la mayor precisión. En algunos lugares incluso pudo, con sus propias concepciones, no tanto corregir a Tomás, cuanto completarlo. Siempre aportaba, junto con la sabia prudencia del que sabe valorar en su conjunto la tradición, las nue­ vas concepciones que debía introducir en razón del tema»109. Queda claro que la opción de fe tomada por Edith Stein no sólo supuso una experiencia religiosa en el ámbito interno, sino que su filosofía tomó un nuevo derrotero, como ya hemos señalado. Ella estaba con­ vencida de la verdad hallada y del método para justificarlo. Sus compañeros fenomenólogos, sin embargo, ven un cambio demasiado radical; parecía la filosofía de Edith un refugio de subje­ tividad. El mismo Román Ingarden vio en la última filosofía de Edith un fin trágico al abandonar el método husserliano de la estricta obje­ tividad. Ingarden hablaba de una tensión en la evolución espiritual de Edith Stein: por una parte, se hallaba «filosóficamente acabada y se inclinaba hacia la doctrina mística de San Juan de la Cruz (su últi­ ma obra); por otra parte, esta renuncia a ejercer la filosofía como hasta ahora lo había hecho, significaba una tragedia. Edith se encon­ traba en medio de la problemática ontologica, la ontologia clásica era metafísica, la ontologia de las fenomenólogos; por el contrario, evitaba adoptar una decisión metafísica» no. A Edith ya sólo le inte- 109 Cit. e n W. H e rb strith , o . c ., 170. 110 Ib., 172-173.

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