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APROXIMACIÓN A EDITH STEIN. 55 blema antropológico pasa a primer plano y se convierte en la clave de la filosofía de Scheler. Se trata, pues, de determinar el papel y lugar del hombre en la totalidad del mundo. Dice Scheler que «el hombre pertenece al mundo de la vida, en el cual distingue cuatro grados. El más ele­ mental es el que denomina impulso afectivo (específico de las plan­ tas); el segundo es el instinto, impulso súbito, no aprendido, que responde a situaciones típicas de la especie. El tercero es la memo­ ria asociativa, típica de los animales sociales... Finalmente — y esto es una novedad— , el cuarto grado de la vida es la inteligencia prác­ tica, entendida por Scheler como capacidad de construir artefactos para responder a necesidades vitales»82. Pero frente a las posturas naturalistas, Scheler descubre en el hombre la existencia de algo radicalmente nuevo, que le confiere un puesto singular en el cosmos; este algo es «el espíritu», la vida en el espíritu. El hombre se halla, entonces, en tránsito entre la vida de la que procede y el espíritu personal al que apunta. La humaniza­ ción dependerá de la libertad de cada cual y, por tanto, el sentido de la vida será aproximarse cada vez más a los caracteres ideales de una persona espiritual, caracteres que, por otra parte, ningún indivi­ duo realiza nunca en plenitud. La realización perfecta de ese espíritu personal es Dios y por eso, según Scheler, el hombre es esencialmente religioso, indepen­ diente del dios en quien crea o de la realidad a la que otorgue el valor absoluto. De aquí arrancará su filosofía de la religión 83. Scheler da un paso más y señala que todo conocimiento de Dios es conocimiento a partir de Dios. El hombre es ser que está desde siempre instalado ya en Dios. Pero esta instalación sólo se vive mer­ ced al amor, que es fuente de luz en cuanto lo es de creatividad. El amor no crea lo valioso pero lo hace brillar en nuestro interior. El sacrificio se convierte en una necesidad para poder alcanzar el verdadero amor, los valores más altos. Sacrificarse es morir un poco a sí mismo. Por eso, Scheler denuncia el mundo moderno abo- 82 A. P in to r y P. G arcía , o . c ., 131. 83 Ib.

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