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420 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ Pero la aplicación le llevará a unas consecuencias todavía más exigentes. No se trata simplemente de amar a los hermanos que pien­ san y viven como nosotros. Siendo consecuentes con el Evangelio, es preciso renunciar a nuestros propios gustos y entregarse a amar a los enemigos: «el qu e verdaderam en te es p o b r e d e espíritu se od ia a sí mismo y am a a aquellos qu e lo golpean en la mejilla» (Mt 5, 3 9 )21. Con esta actitud no cabe lugar para las acciones carnales, «para que in teriorm en te limpiados, in teriorm en te ilum inados y p o r el fu e g o del Espíritu Santo abrasados p od am o s seguir las huellas d e tu am ad o Hijo nuestro Señor Jesucristo»22. Viviendo esta experiencia interior ya no cabrán diferencias; la experiencia de vivir a Dios como Padre se convertirá en una realidad viva y gratificante de la propia existencia, ya que «en Dios no hay acepción d e personas, y el ministro gen eral d e la Religión — qu e es el Espíritu Santo — se p o s a igual sobre el p ob re y sobre el rico»25. Así «los herm anos en el Espíritu fo rm an una fr a te rn id ad un ida p o r el vínculo más fuerte: el alumbram iento d ia ­ rio y mutuo d e Cristo en ca d a uno p o r la vida qu e c a d a uno lleva, en la docilid ad a l Espíritu»2*. Los hermanos «deben d e s e a r ten er el Espíritu d e l Señor y su san ta operación» 25 como medio eficaz para el crecimiento personal y fraterno, como una prolongación de la vida intratrinitaria en la práctica de la fraternidad. 1.2. El SERVICIO DE LOS MINISTROS Y AQUELLOS QUE TIENEN RESPONSABILIDAD DE GOBIERNO La Regla y forma de vida de los Hermanos Menores es aproba­ da de viva voz por Inocencio III y será Honorio III quien confirme 21 Adm 14, 4. 22 CtaO 51. Francisco enmarca el seguimiento de Cristo en tres exigencias pre­ vias: 1) limpieza del -espíritu de la carne»; 2) iluminación interior del entendimiento por obra del Espíritu; y 3) la experiencia profunda del Espíritu Santo que queme las entrañas y la voluntad. 23 2Cel 193. 24 M. S tein er , «El Espíritu Santo y la fraternidad según los escritos de San Fran­ cisco», en Selecciones de Franciscanismo 31 (1982) 88. 25 2R 10, 8.

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