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DIMENSIÓN ESPIRITUAL DE LAS CONSTITUCIONES RENOVADAS... 449 de mostrar el convencimiento de la propia vida ante un ideal rico en valores humanos y evangélicos 199. Entre nuestros principales cometidos apostólicos se encuentra la actividad misionera 20°. Francisco comienza esta actividad de la Orden con su afán de llegar a Tierra santa’ 201, su empeño encon­ trará un profundo eco que se plasmará en el continuo envío de hermanos a evangelizar a aquellos que todavía no creen. Nuestra Orden ha mantenido entre sus principios tradicionales dedicar un tercio de los hermanos a la misión a d gentes. Misioneros son aque­ llos hermanos «que, en cu a lq u ie r c on tin en te o región , llevan el g oz oso m ensaje d e la salvación a todos los qu e no creen en Cris­ to» 202. Este trabajo, especialmente carismàtico, se ve hoy amplia­ mente respaldado por el Decreto Ad Gentes y la nueva visión ecle- siológica. Nuestras Constituciones señalan cómo es preciso, para un buen desempeño de esta labor, una formación peculiar y una ,esmerada actitud de acogida y respeto a todos los hombres 203. Además es una obligación de aquellos hermanos que, por d iv ina inspiración, se sienten llamados a este servicio, manifestarlo a sus ministros. La labor de los ministros será el envío del personal más apto y capacitado para el crecimiento de la Iglesia y de los diver­ sos pueblos 204. En una clara apertura al Padre y al servicio a los más necesitados «los ministros no rehúsen en v ia r h erm an os aptos a c a u s a d e la e s c a s e z d e p e r s o n a l en la p r o v in c ia sin o d esca r- mundo: ¿Habrá sido una puerta abierta al crecimiento de la propia identidad y voca­ ción?, ¿no habremos encasillado nuestro carisma en un trabajo que, con la mejor buena voluntad, no nos corresponde? Sería bueno reflexionar sobre ello. El ministro general Clementino de Vlissingen, en el año 1969, comenta los peligros y las difi­ cultades de que los frailes asuman el trabajo parroquial (cf. C. V lissin g en , «Litterae Circulares. De paroeciis Ordini nostro commissis», en Analecta Ordinis Fratum Minorum Capuccinorum 85 (1969) 248-251. Posteriormente, en el año 1977, el teó­ logo J. Baptist Metz, en su estudio Las órdenes religiosas, reflexionaba también sobre este peligro (cf. J. B. M e t z , Las Órdenes religiosas. Su misión en un futuro próximo como testimonio vivo del seguimiento de Cristo, Herder, Barcelona, 1978, 20). 199 PC 24; Const. 15, 1. 200 Const. 174, 4. 201 Cf. ICel 55-57; LM 9, 5-9. 202 Const. 174, 5. 203 Const. 175, 1-4. 204 Const 176, 1-2

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