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448 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ pobres, pero también a los poderosos o a los responsables de los pueblos, solicitando en ellos auténticas actitudes que desarro­ llen y hagan crecer la paz 192, asumiendo todo ministerio que soli­ cite de nosotros la Iglesia y, de manera especial, aquellos que revistan especial dificultad 193, y siempre con el convencimiento y la seguridad que da el ser enviados por la Fraternidad 194, dando todo lo mejor que hay en nosotros y, si fuera preciso, hasta la pro­ pia vida 195. De esta manera, guiados por el Espíritu Santo, estare­ mos ofreciendo testimonio de Cristo en todas partes 196. Pablo VI nos pedía que cumpliésemos con autenticidad los valores propios que nos caracterizaban, porque -los hombres no esperan de voso­ tros que os adaptéis de una manera ambigua al mundo presente; desean más bien que sigáis manifestando la excelencia de esa vida pobre; viéndola también ellos se sienten reanimados en la esperanza del mundo futuro. Sed pues, en este mundo, los guar­ dianes de esa esperanza» 197. Surge aquí la peculiaridad de toda la vida franciscana y del ruego del Papa, esta existencia no se ve marcada ni coartada por los trabajos que desempeña la comunidad, sino por la llamada de Dios a vivir en fraternidad evangélica. Volvemos a recordar esto por las consecuencias concretas en la vida práctica y, de manera más concreta, en ámbitos como el de la pastoral vocacional; en este campo, igual que en otros, no se tratará de hacer un elenco de todas las actividades que desarrollamos, ni siquiera por lo llamativas y atrayentes que puedan resultar, máxime cuando casi la totalidad de estas actividades responden al ámbito clerical198. Se trata, más bien, 192 Const. 145, 4. 193 Const. 145, 5. 194 Const. 145, 6. 195 Const. 145, 7. 196 Const. 180, 3. 197 Es especialmente interesante esta alocución papal porque, aparte del texto redactado en latín, el Papa fue haciendo una serie de glosas en italiano completando y dando un calor especial al texto. P ablo VI, «Alocución en la Audiencia a los capitu­ lares del Capítulo General de 1974», en P. R ywalsky , Espíritu y esperanza. Mensajes a los hermanos, Conferencia Ibérica de Capuchinos, Zaragoza, 1982, 50. 198 Cabría aquí preguntarse por la conveniencia de la afloración parroquial acaecida en los años setenta, como respuesta a los cambios de la Iglesia y del

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