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DIMENSIÓN ESPIRITUAL DE LAS CONSTITUCIONES RENOVADAS... 417 el modo d e d a r respuesta a las exigencias d e los fieles son los mon jes, los erem itas, los hom bres d e Iglesia, en la segunda mitad, la respuesta n a c e esp on tán ea en tre los mismos la ico s qu ienes, sin recurrir a intermediarios eclesiásticos, o no acep tando d e ellos más qu e un a p e q u eñ a ayuda, tratan d e resolver los p r o b lem a s espiri tuales qu e les p reo cu p an »2. Éste es el ambiente que respira el joven Francisco: «él, un laico, se d io a una vida d e pen iten cia y, sin ser sacerdote, optó p o r vivir entre los qu e rezaban , derribando, sin intenciones revolucionarias, con sólo su acción , otro d e los p ila res d e la so c ied ad en qu e vivía, el d e la rigurosa diferen ciación d e los órdenes» 3. Desde el momen to de su conversión, Francisco se convierte en una persona contro vertida que provoca admiración y contradicción. No es un hombre de una cultura especial, él mismo se califica como ignorante e ile trado 4, pero es capaz de hacer silencio en su corazón para que Dios pueda hablarle. Sus planteamientos espirituales serán fruto de la experiencia vivi da y orada en la Fraternidad. No serán grandes reflexiones teológicas, pero sí aportaciones sumamente intuitivas y reales para la vida prácti ca. Utiliza con frecuencia las expresiones Espíritu Santo y Espíritu del Señor Francisco vincula su pneumatología a la paulina, donde el Espí ritu Santo es descrito como «el Espíritu d e Cristo» (Rom 8, 9), «el Espí ritu d e su Hijo» (Gál 4, 6), y «el Espíritu d e Jesucristo» (Fil 1, 19). De esta manera el Espíritu es el principio dinamizador y el motor de la vida de los Hermanos. Como consecuencia, en la fra tern id ad univer sal el encuentro está fundamentado en una experiencia del Espíritu. Por eso todas las criaturas son hermanas suyas e hijas de un mismo Padre, y las relaciones se desarrollan desde la igualdad. El cronista Celano nos da buena prueba de ello: «Quería, en fin , qu e la Religión fu e r a lo mismo p a r a pobres e iletrados que p a r a ricos y sabios. Solía 2 R. M anselli , Vida de San Francisco de Asís, Aránzazu, Oñati, 1997, 23. 3 Ibid., 29. 4 Esta expresión la utiliza tres veces refiriéndose a su persona: CtaO 39-40; Test 19; VerAL 11. Necesita ser matizada, ya que Francisco poseía una cultura gene ral buena. Cf. I. R o d r íg u e z H e r r e r a - A. O r t e g a C a rm o n a , o . c ., 606-609. También en R . M a n se lli, o . c ., 43; G. L a u r io la , «Intorno alla cultura di Francesco d’Assisi», en Studi Francescani 78 (1981) 307-327.
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