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442 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ comunidad y nos hace a cada uno auténticos hermanos menores 144. La formación, inicial y permanente, deberá insistir en la necesidad de estar siempre atentos a que nos eduquemos para saber leer las huellas de Dios en las culturas en que nos toque trabajar 145, siendo realistas con los signos de los tiempos 146. 2.2.5. La Consagración religiosa El concepto teológico de consagración religiosa creemos que, como ya han indicado algunos autores l47, es el más apto para la com prensión de lo específico de la vida religiosa en el seno de la Iglesia. La inserción en Cristo, que da comienzo en el cristiano con el bautis mo 148, lleva al creyente a una especial participación de la vida y obra de Cristo. Esta experiencia vivida por toda la comunidad se hace más evidente en la consagración religiosa, que estructura la consagración bautismal en una búsqueda de disponibilidad absoluta en todo momento 149 y la expresa con mayor plenitud 15°. Esta disponibilidad y donación absoluta llevada a cabo mediante la consagración, se expresa y se hace vida mediante la vivencia y la expresión personal de los votos 151 por cada uno de los que formamos la fraternidad 152. 144 Const. 52, 6. 145 Const. 175, 3. 146 Const. 175, 4. 147 C f. Ju a n P a b lo II, Exhortación apostólica post-sinodal, Vita consecrata; n. 19; J. B. M etz, Las Órdenes religiosas. Su misión en un futuro próximo como tes timonio vivo del seguimiento de Cristo, Herder, Barcelona, 1978, 56-89; S. M .a A lo n so , La vida consagrada. Síntesis teológica, Publicaciones Claretianas, Madrid, 101992, 227-260; Id., -Consagración», en A. A p aricio - J . C a n als, Diccionario Teológico de la vida consagrada, Publicaciones Claretianas, Madrid, 1989, 354-396; X. P ika2a, Trata do de vida religiosa. Consagración, comunión, misión, Publicaciones Claretianas, Madrid, 1990, 480; C. A niz, «Dimensión carismàtica de la vida religiosa», en Ungidos por el Espíritu. Identidad carismàtica de la vida religiosa, Publicaciones Claretia nas, Madrid, 1989, 69-82. 148 « Los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y por la unción del Espíritu Santo» (LG 10). 149 LG 42; PC 1; ET 3; Const. 172, 3. 150 PC 5. 151 PC 1. 152 Const. 7, 2. ”
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