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DIMENSIÓN ESPIRITUAL DE LAS CONSTITUCIONES RENOVADAS... 433 la vida fraterna se vio afianzada y con un modelo coherente de con­ ducta. Posteriormente vendrían las inagotables divisiones de la fami­ lia franciscana, que es preciso entenderlas como una búsqueda cons­ tante del ideal franciscano. Para la Reforma Capuchina, la vida fraterna fue siempre uno de sus principales pilares; aunque hasta las Constituciones actuales nunca tuvo un capítulo dedicado a tal efecto, se trataba de una experiencia esencial del carisma de fran­ ciscano. Nuestras Constituciones renovadas privilegian el don de la comunión fraterna por obra del Espíritu Santo 85. La fraternidad evan­ gélica, donde se desarrolla y crece nuestra vida, es el medio para el desarrollo pleno de nuestra consagración. En consecuencia, el her­ mano tendrá que actualizar y hacer patente esta vivencia en medio de los hombres, expresando su ser de hermano universal8Ó. Vivir como hermano universal, bajo la acción del Espíritu, está provocando un tipo de relaciones especialmente singulares en nues­ tra vida de familia: No es el hermano el que escoge a aquellos con quienes va a vivir; tampoco se trata de formar pequeños núcleos con los que piensen igualmente, sino que cada uno de los miembros de la Fraternidad debe insertarse donde le quiere el Señor por medio de la obediencia y ahí escuchar la acción del Espíritu por boca de sus hermanos 87. Es la posibilidad singularmente abierta para que las relaciones entre los hermanos se desarrollen en una absoluta transpa­ rencia e igualdad, ya que «a causa d e la misma vocación, los h erm a­ nos son iguales. Por consiguiente, según la Regla, el Testamento y la primitiva costumbre d e los capuchinos, llamémonos todos, sin distin­ ción, hermanos»** . Un detalle tan sencillo como el nombre se con­ vierte en un factor importante cuando de manera práctica y visible ante la gente hacemos patente nuestro ser de menores. Y no sola- 85 Const. 11, 3. 86 Cf. F. I g lesias , Originalidad profética de San Francisco, Conferencia Ibérica de Capuchinos, Sevilla 1987, 67-73. 87 Const. 7, 3; 44, 4. 88 Const. 84, 2. Es recoger la misma afirmación que Francisco desarrolla en la primera Regla, glosando el capítulo 13 de San Juan: *Y nadie sea llamado prior, mas todos sin excepción llámense hermanos menores. Y lávense los pies el uno al otro - (IR 6, 3).

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