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424 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ medio de acercamiento a Dios y a la salvación. Siempre relaciona la Madre con el Hijo, en el contexto trinitario40. Concibe a la Virgen como un templo consagrado por la Trinidad. Hay una relación excep­ cional entre ella y las tres Personas de la Santísima Trinidad: hija-escla- va del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu Santo. Cuando Francisco se encomienda y alaba a María lo hace con la fe cierta de su papel peculiar en la comunión de los santos41: «... Madre de nues­ tro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros con San Miguel Arcángel y con todas las Virtudes de los cie­ los y con todos los Santos an te tu Santísimo amado Hijo , Señor y Maestro» 42 por la comunión de todos con Cristo, por la fe y el Espíri­ tu Santo, donde ella fue la primera y principal beneficiada por la unión especial al Hijo en el Espíritu Santo 43. En el Oficio de la Pasión la alaba como «esposa del Espíritu Santo *44, y con él comienza la serie de autores que, desde el siglo x iii hasta nuestros días, glorifican a la Madre de Dios con este título. La imagen espon sa l45, desarrollada 40 Cf. SalVM 2-3. 41 En los dos textos que transcribimos a continuación queda especialmente bien expresada la singular devoción de Francisco a la comunión de los santos, que le lleva a plasmarla de una manera tan gráfica y expresiva para el gusto de la época: •Y te damos gracias, porque así como por tu Hijo nos creaste, así por tu santo amor, con que nos amaste (cf. Jn 17, 26), hiciste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima santa María, y quisiste que fuéramos redimidos nosotros cautivos por su cruz y sangre y muerte- (IR 23, 3). •Y a la gloriosa madre, la beatísima María siempre Virgen, al bienaventurado Miguel, Gabriel y Rafael, y a todos los coros de los bienaventurados serafines, que­ rubines, tronos, dominaciones, principados, potestades, virtudes, ángeles, arcánge­ les, al bienaventurado Juan Bautista, Juan Evangelista, Pedro, Pablo, y a los bie­ naventurados patriarcas, profetas, inocentes, apóstoles, evangelistas, discípulos, mártires, confesores, vírgenes, a los bienaventurados Elias y Enoc, y a todos los santos, que fu ero n , serán y son, hum ildem ente les pedimos por tu amor, que, así como te place, por todas estas cosas, te den gracias a ti, sumo verdadero Dios, eter­ no y vivo, con tu Hijo carísimo, nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu Santo Parácli­ to por los siglos de los siglos (Ap 19, 3). Amén. Aleluya (Ap 19, 4> (IR 23, 6). 42 Ofp Ant 2. 43 Cf. S. L ópez , «El tema mariano en los escritos de Francisco de Asís», en Selec­ ciones de Franciscanismo 47 (1987) 171-186. 44 Cf. OfP Ant 2. 45 Cf. FVC1 1; RC1 6, 17. Estudian este aspecto: J. S anz M ontes , Francisco y Clara de Asís. Icono y palabra de amistad, Aránzazu, Madrid, 1988, 141; I bid ., Clara de Asís.

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