PS_NyG_1997v044n003p0371_0414
378 ENRIQUE RIVERA cial de este preclaro pasaje: «Lo verán los pobres y se alegrarán». En verdad, canta Francisco este salmo con los pobres. No podía cantar de modo más lírico y grandioso la pobreza que tanto amaba. II. A LA RAÍZ DEL AMOR DE SAN FRANCISCO A LA POBREZA Viene bien la metáfora de la raíz para iluminar el misterio per sonal del amor de San Francisco a la pobreza. La raíz arraiga en el suelo la planta y asegura su alimentación. Por ella asciende el jugo que da al arbusto fronda y esplendor. ¿Y cuál es, nos preguntamos, la raíz que dio jugo vigoroso al alma de Francisco para mantener vivo e irradiante su amor a la pobreza? Obligado es responder a esta pregunta que afecta a la esencia de este amor. Al interpretarlo topamos inicialmente con el dualismo pesimista de los cátaros, que ha querido ser aplicado, como inicialmente diji mos, a la pobreza de Francisco. Pero este dualismo, que considera la materia como mala en sí y fuente de todo mal, es totalmente extraño a la mente y vida de Francisco 17. Tampoco satisface inter pretar el amor de San Francisco a la pobreza desde alguno de los diversos vitalismos que ponderan el valor de la vida, como el filosó fico ya mentado de M. Scheler, o el orgiástico de G. D’Annunzio 18. Ni siquiera parece procedimiento adecuado para penetrar en este mis terio de Francisco ponderar la importancia que dio a la pobreza como medio imprescindible para la perfección. No pocos de sus seguidores sobrevaloraron la pobreza como teoría y como práctica. Más tarde se verá en qué estuvo este desvío equivocado. Intente mos penetrar ahora en la verdadera raíz que dio jugo al misterio del amor de Francisco a la pobreza. Dos textos preclaros de San Pablo nos abren a este misterio, al ponderar la pobreza de Cristo, unida a su humildad. La liturgia fran- 17 P. S abatier , Vie..., 50-52, ponderada exposición del contraste entre San Fran cisco y los cátaros. 18 Me remito a lo que escribí en mi obra: San Francisco en la mentalidad de hoy. La poesía y la filosofía actual interpretan a San Francisco, Ed. Marova, Madrid, 1982. Sobre M. Scheler, 130-145; sobre G. D’Annunzio, 43-47.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz