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402 ENRIQUE RIVERA ¿No vuelve entonces Francisco al candor evangélico de Jesús, hablándonos de la presencia de Padre en el ave que vuela y en el lirio que florece? Pensamos que sí. Igualmente pensamos que la alta metafísica ejemplarista halla en esta florecilla franciscana un texto muy valioso que ésta debiera recoger para sus antologías de pasajes cumbres. El metafísico pondera que las cosas, en cuanto ideas ejem­ plares, llamadas por Dios a la existencia, son: huella, vestigio, ima­ gen, semejanza ...81. Pisamos cumbres metafísicas con estos concep­ tos. Acaece, con todo, que el metafísico como que los declina con la preposición «por», pues se eleva al Supremo Ser por las cosas. San Francisco, con signo preferente distinto, los declina, sin hacer de ello cuestión de doctos, con la preposición «en». Más que ir a Dios por la cosas, veía a Dios en las cosas. Evangélicamente, como respuesta a lo que pedía Jesús. Es decir: que Francisco extraño a toda mentalidad filosófica, vivía preferente­ mente no un ejemplarismo ascensional, sino un ejemplarismo de presencia. Si ascendía a Dios por todas las cosas, haciendo de ellas escala, le era, con todo, más familiar, más íntimo, contemplar a su Padre del cielo presente en todas ellas: desde el sol esplendoroso hasta el gusanillo que se arrastra. De aquí que en su vivir diario gozara de la presencia cariñosa de aquel a quien un día memorable proclamó: Padre nuestro que estás en el cielo... A este nuevo modo de contemplar la vida quisiéramos aclarar­ lo con las distintas maneras de mirar estos anchos campos que rode­ an la ciudad de Salamanca en que escribo. Son campos de pan lle­ var y de famosas lentejas —como las de Esaú— para el labrador que las trabaja. Con qué visión utilitaria cuenta éste las fanegas de culti­ vo y los kilos de producción. De modo distinto M. de Unamuno miraba estos mismos campos, según atestiguan estos sus versos: «¡Oh, clara carretera de Zamora, / soñadero feliz de mi costumbre...! - Senaras de la Armuña, ¡qué pañales / disteis a mis ensueños...! 82. Como aclaración de estos versos anotamos que las senaras de la 81 E. G ilson expone este ejemplarismo desde el pensamiento de San Buena­ ventura, La philosophie de S. Bonaventure, J. Vrin, Paris, 1943. Especialmente lo desarrolla en el cap. VII: L’analogie universelle, 185-190. 82 M. d e U n am un o , Obras Completas. Poesía, Ed. Escelicer, Madrid, 1966, t. VI, 718.

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