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400 ENRIQUE RIVERA constatar que, anticipándose a San Antonio y sirviéndole de mode­ lo, vivió más intensamente el ejemplarismo de presencia. Sobre la vivencia de este ejemplarismo por San Francisco las Florecillas refieren una anécdota, ingenua en su primer plano, pero de honda significación metafisico-teologica para el pensador consciente. Cuthbert Hess, el autorizado biógrafo de San Francis­ co, antes de redactar la vida del santo, penetró con agudeza en esta anécdota al redactar su escrito, St. Francis a n d Poverty. Demasiado olvidado este breve escrito por los franciscanistas, M. W. Sheehan tuvo la feliz idea de darnos la esencia del mismo en su colección conmemorativa del octavo centenario de la muer­ te de San Francisco 78. Place recoger aquí lo esencial de lo escrito por el docto capuchino. Acotamos la florecilla aludida tal como él mismo lo hace. «Al llegar un día (San Francisco y el hermano Maseo) muy hambrientos a una aldea, fueron, según la Regla, a pedir de limos­ na el pan por amor de Dios... Terminado el recorrido, se juntaron los dos en las afueras del pueblo, para comer en un lugar donde había una hermosa fuente, y, cerca de la fuente, una hermosa pie­ dra, ancha, sobre la cual cada uno colocó la limosna que había recibido. Y viendo San Francisco que los trozos de pan del her­ mano Maseo eran más numerosos y más hermosos y grandes que los suyos, no cabía en sí de alegría, y exclamó: “Oh hermano Maseo, no somos dignos de un tesoro como éste!”. Y como repi­ tiese varias veces estas palabras, le dijo el hermano Maseo: “Padre carísimo, ¿cómo se puede hablar de tesoro donde hay tanta pobre­ za y donde falta lo necesario? Aquí no hay ni mantel, ni cuchillo, ni tajadores, ni platos, ni casa, ni mesa, ni criado, ni criada”. Repu­ so San Francisco: “Esto es precisamente lo que yo considero gran tesoro: el que no haya aquí cosa alguna preparada por industria humana, sino que todo lo que hay nos lo ha preparado la santa providencia de Dios, como lo demuestran el pan obtenido de limosna, la mesa tan hermosa de piedra y la fuente tan clara. Por eso quiero que pidamos a Dios que nos haga amar de todo cora- 78 Maurice W. S heehan (ed.), St. Francis o f Assisi: Essays in Commemoration, 1982, The Franciscan Institute, St. Bonaventure University, N.Y., 1982; Cuthbert H ess , St. Francis an d Poverty, 99-111.

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