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ESENCIA DE LA POBREZA PRACTICADA POR FRANCISCO DE ASÍS 373 relieve cómo Francisco amó intensamente la pobreza. Éste es un hecho que universalmente se la ha reconocido. Por otra parte, es muy fácil de constatar. La primera comprobación la hallamos en los mandatos y pres­ cripciones de sus reglas. En ningún momento de su vida Francisco revela mejor sus querencias y aspiraciones. El capítulo sexto de la Regla Bulada de 1223, vigente para cuantos nos decimos francisca­ nos, taxativamente manda: «Los hermanos no se apropien nada para sí, ni casa, ni lugar, ni cosa alguna. Y cual peregrinos y forasteros en este siglo, que sirven al Señor en pobreza y humildad, vayan por la limosna confiadamente» 3. A continuación da este encomio de la pobreza en su sencillo latín: «Haec est celsitudo altissimae pauperta- tis». De donde deduce, con razonamiento a lo divino, esta secuen­ cia: «A vosotros, mis queridísimos hermanos, os ha constituido en herederos y reyes del reino de los cielos». En este pasaje tanto valora a la pobreza que la ve galardonada estatológicamente con el reino de los cielos. De paso digamos, contra tantas ilusas escatologías, que ésta, y no otra, es la escatología de Francisco. Este capítulo sexto, tan decisivo en la historia interna de la orden franciscana, lo anticipó Francisco en la Regla no Bulada de 1221, ante la cual se entusiasma P. Salatier4. Transpira Francisco una preocupación muy consciente para con los hermanos, de los que se siente guía espiritual. En el capítulo primero, después de declarar que la pobreza, con los otros dos votos, viene a ser la regla y vida de los hermanos menores, menta este pasaje del Evangelio: «Si quie­ res ser perfecto, vete y vende todas las cosas» (Le 18, 22). Y en el catorce, al determinar cómo han de ir en comunión con el pueblo, repite las palabras de Jesús a sus apóstoles: «Cuando los hermanos van por el mundo, nada lleven para el camino: ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón» (Le 9, 3; Mt 10, 10). Ya al final de sus días, declara a la virgen Clara y a sus hijas esta su última voluntad: «Yo, hermano Francisco, pequeñuelo, quie- 3 Regula Bullata (RB). Opuscula Saneti Patris Francisci Assisiensis, ed. C. E sser , Collegii S. Bonaventurae, Ad Claras Aquas, Grottaferrata (Roma) 1978, c. 6, n. 1-2, 231. Utilizamos esta ed. para los escritos de S. Francisco. Tomamos la traducción corriente­ mente de: San Francisco de Asís. Escritos, biografías..., ed. preparada p orj. A. G ue ­ rra , BAC, Madrid, 1978. 4 Paul S abatier , Vie de S. François d ’Assise, 8.a éd., Paris, 1894, pp. 288-310.

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