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ESENCIA DE LA POBREZA PRACTICADA POR FRANCISCO DE ASÍS 393 Sobre el primer momento, la pobreza en sí, sentimos simpatía hacia los elogios que se leen en el opúsculo. Es con todo necesario que una mente teológica los precise. Su entusiasmo por la misma le mueve a declarar desde las primeras líneas que, para ir a Dios, es la vía más ex celen te y expedita. Que viene a ser el fundamento de todas las virtudes. Y que, entre éstas, justamente se le concede lo primacía 60. En el centro del poema, al dirigirse Francisco a la Pobre­ za —aquí con mayúscula por hablarla en estilo personal— , repite de modo más cálido los elogios sabidos: «Venimos a ti, señora nues­ tra... Hemos oído decir que tú eras la reina de las virtudes y de hecho lo comprobamos ahora con nuestros propios ojos. Por eso, postrados a tus plantas, imploramos humildemente que te dignes vivir en nuestra compañía y seas para nosotros el camino que nos conduzca al Rey de la gloria, así como fuiste para Él cuando, n a cien d o d e lo alto , se dignó visitar a los que estaban sentados en tinieblas y en sombra de muerte»61. Ante estas palabras tan sentidas apena que no resuenen en ellas un eco del canto jubiloso de la liturgia de Noche Buena, que se ha hecho oír durante siglos: Apparuit benignitas et hum an itas Salvato- ris nostri Dei... Este amor misericordioso fue el que incitó al Hijo de Dios a descender hasta el hombre caído. La pobreza fue sólo una nota peculiar que acompañó su venida a la tierra. Pero siempre se debió mantener lo que afirma una elemental teología: ser el amor de caridad la raíz del gran misterio del em m a n u e l-d io s con nosotros. Es indudable que la prevalencia que da el opúsculo a la pobreza, al proponer los caminos de la Encarnación del Hijo de Dios, no pudo ser orientadora en los días aciagos de las pugnas —externas e inter­ nas— en torno a la misma. El tercer momento soteriológico mantiene el anterior matiz de preferencia de la pobreza dentro de la historia de salvación. Lo declara explícitamente este texto: «En fin, cuando subió al cielo hizo a ti (la pobreza) entrega del sello del reino de los cielos para mar­ car a los elegidos, de modo que cuantos aspiran al reino eterno deban acudir a ti, pedir tu auxilio y entrar por tu medio, porque 60 Sacrum commercium, prologus; F. F., 1705. 61 Sacrum commercium. S; F. F., 1710.

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