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ESENCIA DE LA POBREZA PRACTICADA POR FRANCISCO DE ASÍS 391 rista de San Juan de la Cruz tiene puntos afines con las exigencias de la alta pobreza franciscana, se da una actitud muy distinta ante la realidad sensible de las creaturas. Si el doctor místico mantiene ante ellas prevención y recelo, la ascesis franciscana tiende a verlas como una posibilidad de encaminar el alma a Dios. Maravilla, en verdad, que J. Baruzi, tan discutido en su obra sobre San Juan de la Cruz, haya estado certero al diferenciar neta­ mente la ascética franciscana, que encarna el doctor seráfico, y la san- juanista. Sobre ellas razona así: «Mientras San Buenaventura afirmaba que según el estado de nuestra condición, la universalidad de las cosas constituye una escala para subir a Dios, y que, para situarse en la vida de Dios, primero había que pasar por el vestigio, que es cor­ poral, temporal y exterior a nosotros, Juan de la Cruz, que también admite un vestigio de Dios en las creaturas, no desearía apoyarse en ellas para alcanzar a Dios»56. Hemos tratado de exponer la diferencia entre la ascesis francis­ cana de la pobreza y la propuesta por San Juan de la Cruz, no por motivos meramente caseros. Muestran ambas la riqueza de la vida íntima eclesial. Pero esta misma riqueza incita a estas reflexiones para mejor gustar del variado esplendor de la ascética católica. Una veta fecunda en esta mina de la Iglesia es la franciscana. Bien desea­ ríamos que la reflexión aquí propuesta pudiera contribuir a precisar mejor la esencia de la pobreza franciscana, tema primario de este estudio 57. IV. POBREZA Y CARIDAD: PRIMACÍA RESPECTIVA DE UNA Y OTRA Expuesto en el apartado anterior el puesto de la pobreza como imprescindible requisito en el ascenso del alma hacia Dios, damos 56 Jean B aruzi , San Juan de la Cruz y el problema de la experiencia mística, Consejería de Cultura y Turismo (Junta de Castilla y León) 1991, 401-402. Trad. esp. de C. O rtega . 57 Cf. J. de G uibert , «En quoi diffèrent réellement les diverses écoles catholi­ ques de spiritualité», en Gregorianum 19 (1938) 263-279.

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