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LECTURA «EN CLAVE ACTUAL» DE LA CRISTOLOGÌA.. 325 de amistad por el amor de concupiscencia. Las cosas no son ama­ das, sino utilizadas en beneficio propio. Esto es el pecado: «la priva­ ción formal del bien»15. No podemos olvidarnos de la realidad de la gracia, don de la amistad con Dios, que, a su vez, se convierte en el espacio necesa­ rio para que la affectio iustitiae regule y oriente a la affectio com- modi. El hombre es concebido en una doble relación respecto de Dios. Por una parte, el hombre nace de la libertad creadora de Dios, y distinguiéndose absolutamente de Él. Por otra, aparece como un ser llamado a encontrar su plenitud en la unión de amistad con Él. El hombre descubre que conseguir este fin no depende de él, sino de la benevolencia o liberalidad de Dios. No podemos dejar de lado en nuestra reflexión el concepto de persona. Escoto comienza analizando el principio de la individuali­ dad. Este principio reside en una realidad positiva, que pertenece al sector categorial de la sustancia que contrae una forma específica y la lleva a ser un determinado individuo particular. Esta realidad sus­ tancial es positiva y estructuralmente irreductible a ninguna otra rea­ lidad (differentia individualis), lo que en lenguaje escotista llamaría­ mos haecceitas 16. Dios no nos crea en serie, se toma en serio la personalidad y la individualidad de cada uno: nos ha hecho distin­ tos. Podemos decir que la haecceitas es regalo personal de Dios a cada uno de nosotros. Otra característica de la persona es la incomunicabilidad como elemento diferenciador de la persona respecto de la naturaleza sin­ gular. Consiste en la negación de todo tipo de dependencia. A raíz de la doctrina de la incomunicabilidad se ponen de manifiesto dos 15 «quod peccatum sit formaliter privatio boni». Ord. II, <±37, q.l, n. 3; XXIII, 353b. 16 Escoto trata el tema de la haecceitas especialmente en QQ de Met y en la Rep. Par., siempre en el contexto del tema de la individuación. No se encuentra en la Ordinatio. La haecceitas deriva de haec, esto: y podría traducirse por estidad, sig­ nificando con ello la determinación última y completa de la materia, de la forma y de su compuesto. Cf. Rep. Par. II, d.12, q.8, n. 5; XXIII, 38ab. Cf. J. A. M er in o , Histo­ ria de la filosofía franciscana, Madrid 1993, 219.

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