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324 JAIME REY ESCAPA sigue al conocimiento, como el apetito sensitivo sigue al conoci­ miento sensitivo»13. Según Escoto, la verdadera libertad se sitúa en la affectio iusti- tiae, que consiste en un acto de la voluntad con el que el sujeto no busca la propia utilidad ni el propio placer, sino el bien para el otro. Si la voluntad no fuese libre, no sería capaz de realizar un acto supe­ rior de amor. Amar a Dios, Bien supremo, por causa de sí mismo, es el sum­ mum de la libertad del hombre. El concepto de visión beatífica esco- tista garantiza tanto la libertad de Dios como la del hombre. Dios se reserva la decisión de darse o no darse. La beatitud es absolutamen­ te gratuita por parte de Dios, nunca fruto de las buenas obras del hombre: «Pruébase lo primero: la bienaventuranza se confiere, en efec­ to, a título de premio según los méritos que Dios acepta como dignos de ser así premiados, y, por consiguiente, no es, por nece­ sidad natural, resultado de cualesquiera de nuestros actos, sino que se comunica contingentemente por Dios, el cual acepta como meritorios algunos actos, ordenándolos a Sí mismo»14. En la vida del hombre, como fruto de la libertad, aparece siem­ pre la tensión affectio iustitiae y affectio commodi. Cuando la volun­ tad es dejada a sí misma, se va inclinando a buscar el placer en los deseos sensitivos, olvidándose del fin amado y sustituyendo el amor 13 «In volúntate sunt duae affectiones, scilicet iustitiae et commodi. Nobilior autem est affectio iustitiae, non solum intelligendo de acquisita et de infusa, sed etiam de innata, quae est libertas ingenita, secundum quam aliquis potest velie ali- quod bonum non in ordine ad se. Secundum autem affectionem commodi non potest velie, nisi in ordine ad se, et hanc haberet, si esset praecise appetitus intellectivus sine libertate sequente cognitionem intellectivam, sicut appetitus sensitivus sequitur cognitionem sensitivam». Ord. Ili, d.26, q.un., n. 17; XV, 340b-34la. 14 «Probatio de primo, quia beatitudo confertur tamquam praemium pro men­ tis quae Deus acceptai tamquam digna tali praemio, et per consequens non naturali necessitate sequitur ad actus nostros qualescumque sed contingenter datur a Deo, actus aliquos in ordine ad ipsum tamquam meritorios acceptante». Ord. Prol. n. 18; ed. Vat., I, 12.

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