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368 JAIME REY ESCAPA seguimiento de Cristo: «Puede cumplir los mandamientos quien imita al Señor y sigue sus huellas»125. Cristo, hombre libre y ser humano perfecto, se convierte en modelo y primogénito de los hombres, y se hace imitable porque es uno de nuestra raza y porque es al mismo tiempo Dios. La vocación del hombre es la exigencia evangélica del seguimiento de Jesús, que no dio lecciones sobre Dios, sino que hizo de su vida una exégesis o una narración de Dios: «A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha dado a conocer» (Jn, 1, 18). Seguir a Jesús implica buscar la experiencia que él tuvo de Dios. Como modelo, ilumina las relaciones entre Dios y el hombre, porque en él se manifiesta el verdadero rostro de Dios y del hombre. En Cristo-modelo aparece el amor del hombre en su más auténtica realización. Él ha amado primero, y ama como Maestro que nos enseña el camino del amor. Toda la vida de caridad no es otra cosa que una evolución del dinamismo de la libertad. Quien no es libre no puede amar y quien no es libre perfectamente no puede amar perfectamente. El amor es la suma perfección de la libertad. La caridad se hace realidad en el servicio; servicio que se debe vivir con alegría y en actitud de desprendimiento, pensando en los demás más que en uno mismo, como expresión de minori­ dad. La auténtica libertad es servicio de la justicia: «Mediante el ser­ vicio de Dios, Él reina»126. Jesús se presenta como modelo en su última voluntad o testa­ mento: «Cómo yo os he amado, amaos así también los unos a los otros» (Jn 13, 34-35). El amor al hermano está a la misma altura que el amor a Dios: «Quien no ama al propio hermano al que ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (1 Jn 4, 20). El mismo San Pablo habla de la estrecha relación que debe existir entre el banquete sacramental de la sangre y el cuerpo de Cristo y el compartir con el hermano que se encuentra en necesidad (1 Cor 11, 17-34). Podemos resumir la vocación cristiana como una llamada-invi­ tación a la libertad: «Vosotros habéis sido llamados a la fe para ser 125 «Qui Dominem imitatur, atque illis vestigia sequitur». S. M á x im o c o n f e so r , Asceticus III; PG 90, 913B. 126 Redemptor Hominis 21.

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