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LECTURA «EN CLAVE ACTUAL» DE LA CRISTOLOGÌA.. 361 «Los sufrimientos penosos y sobre todo la muerte cuando es aceptada e imperada por acto de virtud es más laudable que el acto de virtud a cerca de lo deleitable, separadamente o por sí»109. Cuando Dios predestina a Cristo no lo predestina al sufrimien­ to y a la muerte en cruz. Cristo acepta de Dios el poder de sufrir sin medida y hasta el de morir libremente por amor no. A los sufri­ mientos de Cristo hay que darles el sentido que tienen, la finalidad es glorificar y alabar a la Trinidad; la redención y la satisfacción por los pecados son motivos secundarios y derivados. La existencia de Cristo, su vida y su muerte, son efecto del amor libre, no son dicta­ dos por la lógica «pecado-satisfacción». Es siempre el amor libre de Dios quien preside cada momento de la Historia de la Salvación. Se puede pensar que Dios ha querido la muerte de Cristo en la cruz para hacemos entender nfejor su amor, nunca por la necesidad de una reparación. Una vez rñás el «ordo amoris» es la razón última de todo in . Para la conciencia cristiana contemporánea es muy válida la imagen del empeño de libertad por la justicia hasta el sacrificio de la muerte. La cruz simboliza toda la vida de Jesús vivida como soli- 109 «passiones poenales, et maxime mors, quando est ex actu virtutis accepta et imperata, est laudabilior quam actus virtutis circa delectabile separatim». Ord. Ili, d.20, q.un., n. 11; XIV, 738b. 110 «Se Cristo nella sua esistenza fosse dipeso dal peccato, egli sarebbe stato obbligato a redimerci. Invece, avendo la sua esistenza indipendente dal peccato, egli, in perfetta e assoluta libertà, si è assunto la nostra liberazione». S a cra C o n g r e g a tio p ro C a u sis S a n c to r u m , Nolan. seu Colonien. Confirmationis Cultus Servi Dei io a n n is d u n s s c o ti, sacerdotis professi Ordinis Minorum S. Francisci «Beati seu Sancii» nuncupati (1265c.-1308). Positio super cultu ab immemorabili praestito atque virtutibus ex officio concinnata, Romae 1988. «Informatio» del Relatore generale, LXX y 540. 111 Es oportuno recordar que la tradición anselmiana, asumida también por Santo Tomás, afirmaba que la encarnación era necesaria en la hipótesis de que Dios hubiese querido una reparación debida al pecado. El pecado, según Santo Tomás, posee una ciertad infinitud, en cuanto ofende a Dios: «Peccatum contra Deum com- missum quandan infinitatem habet ex infinítate divinae maiestatis; tanto enim offen- sa est gravior, quanto maior est ille in quem delinquitur. Cf. Summa Theologica III, q .l, a.2. Por este motivo ninguna criatura es capaz de dar a Dios una satisfacción plena por la culpa del pecado. Por este motivo, Dios quiere la satisfacción ofrecida por Cristo.

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