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LECTURA «EN CLAVE ACTUAL» DE LA CRISTOLOGÌA. 353 del don de amor libre de Dios por excelencia. Es claro que donde hay libertad no puede haber una causa exterior que determine o mueva, porque si no sería destruida la libertad. El movimiento de amor, en virtud del cual el Verbo se encarnó, es expresión histórica del amor eterno de Dios a los hombres, y aparece como hilo con­ ductor que va desde la creación hasta la muerte libre de Jesús: «El misterio de la encarnación de la Palabra encierra el resu­ men interpretativo de todos los enigmas y modelos de la Escritu­ ra, así como el sentido de todas las criaturas sensibles e inteligi­ bles. Y quien conoce el misterio de la cruz y del sepulcro, conoce las verdaderas razones (logoi) de todas las cosas. Quien se aden­ tra en la fuerza oculta de la resurrección descubre el fin último por el cual Dios lo creo todo desde el principio»91. La encarnación consiste en el misterio de la unión hipostática entre la naturaleza humana y la naturaleza divina en la única perso­ na del Verbo. En el hombre Jesús habita la segunda persona de la Trinidad, que deja intacta su personalidad, entendida en términos psicológicos como centro humano de conciencia y actividad. La corriente escotista se mueve en un plano más personal y existen- cial, entendiendo a la persona como la independencia actual, por lo que ve la unión hipostática como la asunción real y efectiva del ser personal (ser autónomo en el sentido de substancia) de la naturale­ za humana, vinculada al tiempo por parte del Dios eterno (supra- temporal) en la persona del Logos. Esta asunción no implica merma alguna de la naturaleza humana, porque se la ve desde el plano per­ sonal existencial, de modo que la estructura básica personal, inclu­ so de la naturaleza humana, se salva: «Si la naturaleza humana fuera formalmente persona creada por una entidad positiva, no podría ser depuesta por el Verbo, 91 «Eius quod est Verbum corpus assumpsisse, mysterium, omnium in Scriptu- ra aenigmatum ac figurarum vim habet: creatorum item, tum quae oculis conspiciun- tur, turn quae mente intelliguntur, scientiam. Atque is quidem qui crucis et sepultu- rae novit mysterium, eorum quae dieta sunt perspectas habet rationes: qui autem arcanam resurrectionis potentiam didicit, finem cuius gratia Deus cuncta primo con- diderat pernovit». S. M áxim o confesor , Capita theologiae et oeconomiae. Centuria, I, 66; PG 90, 1107AB.

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