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344 JAIME REY ESCAPA Escoto es una cristologia no-funcional desarrollada en un contexto ontológico-metafísico. Ahora bien, en cualquiera de los casos una cristologia funcional no puede dejar fuera la dimensión ontologica 65. Y, por eso, la preocupación metafísica de Escoto puede considerar­ se una llamada de atención para no perder de vista la importancia de la dimensión ontologica de la realidad divina y humana. Podríamos practicar esta corrección, por ejemplo, con la teolo­ gía de la liberación, que corre el peligro de caer en la tentación de presentar a Dios y a Cristo al servicio de los intereses del hombre. Este interés egoísta, tan humano, estaría oculto en la proclamación de Jesús como liberador de los hombres, acosados por tantas mise­ rias y formas de opresión. Se debe superar la tentación de convertir la praxis del amor fraterno en una forma de religiosidad antropo- cèntrica. Dios no ha de ser la cifra del máximo interés, sino la cifra del supremo desinterés y de la suprema gratuidad, de la actitud de la infinita liberalidad en relación al hombre. Otro límite es la reducida atención a la globalidad del evento de Jesucristo al no presentar una visión integral del mismo. En su desarrollo cristológico no aparece la praxis histórica, y se centra poco en el devenir concreto y personal de Cristo. Su imagen de Cris­ to es demasiado estática, ontologizada y poco dinámica. Poco inmer­ sa en los hechos y en las palabras que en el Evangelio constituyen el tejido de la realidad histórica concreta de Jesús. Para Escoto el amor es lo verdaderamente práctico y el elemento fundamental para construir una teología práctica. El amor de Cristo fue de la misma manera práctico. Pero Jesús de Nazaret, en su concrección histórica, social, política y religiosa está casi ausente en las reflexiones de Escoto. Con todo, esta lectura ontologica tiene su valor, pues la historia de Jesús perdería sentido teológico si no fuese la historia humana de una persona divina. La lectura ontologica expresa mejor la encar­ nación (el misterio como ontologia), y la lectura histórica expresa mejor la redención (el misterio como historia). La tensión entre lo ontologico y lo histórico debe existir siempre. 65 Cf. J. G alot , «Jesús, liberador de la humanidad», en Burgense 21 (1980) 535- 536.

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