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318 JAIME REY ESCAPA El autor que nos ocupa fue un infatigable buscador de Dios que respetó los límites del Misterio, y sin perder su capacidad críti­ ca trató de dar respuestas a las distintas necesidades y problemas de los hombres de su tiempo. También nosotros, si de verdad que­ remos responder a las preocupaciones y expectativas del hombre de nuestro tiempo, debemos partir de los valores y contravalores que definen la situación real en la que se encuentra el hombre con­ temporáneo. Toda teología que se precie de serlo debe responder a las preguntas fundamentales que el hombre se hace en busca de sentido, y debe hacer una lectura de la interrelación entre teocen- trismo-cristocentrismo-antropocentrismo. En la llamada «Theologia viatorum», el hombre es presentado como peregrino. Quizá sea este el término que mejor define su situación existencial. Nos encontramos con un hombre siempre en búsqueda que ya no se conforma con respuestas aprendidas de memoria. En este sentido la teología pone a su disposición todas sus fuentes y riquezas para iluminar las relaciones entre Dios y el hombre. No pretendemos decir la última palabra, sino ser humildes compañeros de viaje, ofreciendo pistas, dejando las cuestiones abier­ tas cuando nos lo exige el Misterio, y aceptando que no hay nada absoluto y definitivo fuera de Dios. Si el hombre es un peregrino en busca de Dios, sólo encontrará el sentido de su vida en esta bús­ queda. Sólo en esta dimensión de viador el se dejará interrogar y seducir2. En nuestros días el tema de la libertad ocupa un lugar central. La búsqueda de la libertad y la aspiración a la liberación están entre los principales signos de los tiempos del mundo contemporáneo 3. Pero al mismo tiempo, por desgracia, la gran tentación de nuestra cultura es quitar a los hombres la libertad e hipotecarla para conse­ guir la felicidad. Todavía hay quien cree que «quien obedece nunca se equivoca». No podemos renunciar al peso doloroso del incesante buscar y elegir. Cristo es el hombre libre que llama a los hombres a la libertad, Él sabe que la libertad tiene su precio, pero vale siem- 2 Cf. G. M arcel , Homo viator, Aubier, Paris 1944. 3 Cf. S acra C ongregatio pro D octrjna F idei , «De libertate Christiana et liberatio- ne»>, en Enchiridion Vaticanum 10 (1987) 118-239.

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