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244 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ es algo recogido desde fuera, como un contenido ya dado y acci dental, ni tampoco ha sido hundido en el abismo de lo absoluto (in den Abgrund des Absoluten) por una reflexión que sea extrín seca al contenido, sino que éste se ha determinado en él (an ihm) por su necesidad interna, y como propio devenir del ser y como reflexión de la esencia ha vuelto a lo absoluto como a su funda mento» (WI II, 159-470). El texto merecía la pena citarlo porque responde a uno de los intereses prioritarios de la concepción de Hegel, que reaparece con insistencia en su obra. No se trata simplemente, como acabamos de indicar, de que lo absoluto sea resultado. De suyo esto no significa ría más que el cambio de una palabra por otra. Ocurre, sin embar go, que ese ser-resultado, en que lo absoluto consiste, lleva consigo que las cosas, de que deviene, se transforman por su «necesidad interna», es decir, llegan a ser algo muy distinto de lo que son tanto en la esfera del ser —bajo el aspecto de la simple inmediatez— como en la esfera de la esencia o de la reflexión, en la que las cosas han aparecido ciertamente como mediadas, vinculadas a sus funda mentos respectivos, pero insertas hasta ahora en la esfera de la fini- tud, puesto que no se ha desbordado el ámbito de la determina ción. Son las determinaciones mismas las que postulan el ir más allá de sí mismas, en cuanto que exigen volver a su fundamento, que ciertamente presenta un aspecto abismal (Abgrund), al no ser algo determinado, pero que es fundamento y en ese sentido algo positi vo que confiere a las cosas consistencia (Bestehen). Dicho de otra forma, las cosas se revelan en su índole constitutivamente aparien- cial, en cuanto que en ellas, por su propia exigencia interna, se des vela lo absoluto como su verdadero fundamento (WL II, 159-471). En esto consiste «la exposición positiva de lo absoluto» (die positive Auslegung des Absoluten [WL II, 159-471), que «de este modo retie ne aún lo finito antes de su desaparición y lo considera como una expresión y una imagen de lo absoluto» (ibidj. De hecho, sin embargo, el proceso no termina aquí y son las propias determinaciones, en razón de la transparencia ya menciona da, las que postulan su propia desaparición, desde el momento que «no hay nada en lo finito que pueda garantizarle una diferencia frente a lo absoluto; lo finito es un medio, que es absorbido por aquello (i. e., lo absoluto) que aparece a través de él» (WL II, 159/160-471).
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