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314 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ en verdaderamente real. Podría decirse que, en cuanto ser puesto, lo necesario tiene su razón de ser en otro, pero que, a su vez, la razón de ser de este otro es la realidad como acto, la realidad cum plida. En pocas palabras, podría decirse que la razón de ser de algo no se explica adecuadamente en la línea de la causalidad eficiente, sino que es preciso hacer entrar en juego también la causalidad final, la estructura teleológica, de una forma prioritaria además. Pero en el plano en que aquí nos encontramos la inflexión, a que antes hací amos referencia, se produce de hecho al hilo del concepto mismo de actividad. Ya hemos visto que ésta tiene un carácter envolvente, abarca y absorbe en su radio de acción tanto a las cosas como a las condiciones, en ambos casos para convertir la cosa misma en ver daderamente real. La actividad hace que la mediación misma se transmute en la inmediatez, no en la inmediatez inicial de lo contin gente, sino en la propia de la realidad en cuanto actualizada. Así se comprende la expresión final de este apartado: «La cosa ha coincidi do consigo misma». Se ha descrito, en efecto, un círculo, esta vez a un nivel más profundo, en cuanto que el círculo tiene un nombre: la cosa misma. Ésta remite a toda la serie de condiciones que la deter minan postulando a mismo tiempo la vuelta a sí misma, postulado que se lleva a cabo mediante la actividad. En el discurso de WL este proceso se expresa de una forma en que se acentúa la simultaneidad dialéctica del ser-puesto y del ser-coincidente consigo mismo: «... esta realidad está determinada como algo negativo; ella es un unificarse consigo misma a partir de la realidad, que era posibi lidad real; por tanto, esta nueva realidad procede sólo de su ser-en- sí, es decir, de la negación de ella misma. Con esto se halla al mismo tiempo inmediatamente como posibilidad, como algo media do por su negación. Sin embargo, esta posibilidad no es, así, inme diatamente otra cosa que este mediar, donde el ser-en-sí, es decir la posibilidad misma y la inmediación son ambas de la misma manera un ser-puesto. De este modo es la necesidad la que repre senta tanto una superación de este ser-puesto o sea un poner la inmediación y el ser-en-sí\ como también un determinar ese supe rar como ser-puesto. Por consiguiente es ella misma, que se deter mina como contingencia; en su ser se rechaza de sí, y en este rechazarse mismo sólo ha vuelto a sí, y en tal retorno, considerado como su ser, se ha rechazado de sí misma» (WL II, 181-488).
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