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310 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ hemos visto caracterizado como «la totalidad de la forma», el tradu­ cirse de lo interno en lo externo y de lo externo en lo interno. Esto supuesto, la función de la actividad consiste en conferir existencia a la cosa misma, educiéndola de las condiciones en las que se encuen­ tra sólo en sí. Pues si bien a primera vista el movimiento consiste tanto en transponer las condiciones en la cosa como ésta en aqué­ llas, concebidas como el «lado de la existencia», sin embargo, el sen­ tido del proceso está en hacer que la cosa devenga verdaderamente real. En este sentido lo importante es la cosa misma. Las condicio­ nes existen y se definen en función de ella, y no al contrario. Pro­ piamente es la cosa la que absorbe en sí a las condiciones en cuan­ to que, mediante la actividad, se supera la existencia inmediata de éstas, quedando incorporadas de lleno en la configuración propia de la cosa misma. A continuación expone Hegel algo que pudiera sorprender y que, sin embargo, es coherente tanto con la experiencia como con el proceso seguido hasta ahora: «En cuanto que estos tres momen­ tos tienen en sí la figura de la existencia autosubsistente, este pro­ ceso existe en cuanto existencia extrínseca. Esta necesidad tiene por cosa un contenido limitado. Pues la cosa es este todo en su determinación simple; pero como éste es extrínseco a sí mismo en su forma, es también con ello en sí mismo y en su contenido exte­ rior a sí mismo, y esta exterioridad en la cosa es limitación de su contenido» (E, § 148, p. 293). Sorprendente pudiera parecer el texto según lo que hemos expuesto, en cuanto que aparentemente está ya superado todo resto de alteridad. Esto, sin embargo, es verdad sólo hasta cierto punto. Pues si bien hay, como se ha visto, una implicación mutua de los tres momentos, cada uno de ellos se reserva su propia subsistencia, siendo así mutuamente extrínsecos. La necesidad es por esta razón también extrínseca. Y aunque se ha constituido un todo centrado en la cosa —las condiciones lo son de la cosa y la actividad está a su vez destinada también a producir la cosa—, sin embargo, el con­ tenido es limitado, es decir, no tiene aún una completa transparen­ cia o no es verdaderamente infinito. La razón es que, si en la forma se mantiene la exterioridad recíproca, el todo que constituye la cosa es también extrínseco a sí mismo en su contenido y, en virtud de esa exterioridad, es limitado. En WL Hegel habla a este respecto de

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