PS_NyG_1997v044n003p0237_0316

242 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ preocupa. Prescindiendo de que en esta concepción se puede hablar de panteísmo, no en el sentido de que todas las cosas sean Dios, sino, al contrario, en el sentido de que Dios es todas las cosas, lo que le preocupa a Hegel es el ineludible «acosmismo» que esta visión lleva consigo. Es, pues, preciso recuperar el peso ontologico de las cosas mismas. De otro modo se sumen en el abismo de la indeter­ minación o de la irrelevancia aspectos tan importantes como la indi­ viduación, en cuanto categoría general, y más concretamente la per­ sonalidad y la subjetividad. ¿De qué forma va a fundamentar Hegel este cambio de senti­ do? Podría pensarse que el camino más seguro es negar llana y sim­ plemente el sistema en cuestión o ignorarlo sin más, una práctica que hoy en día es por cierto muy frecuente, sea por la incapacidad para asumir lo diferente en cuanto diferente, sea por la limitación a que la premura y la tiranía de la «publicidad» nos tienen sometidos. En cualquier caso éste no es, en modo alguno, el procedimiento seguido por Hegel. «La verdadera refutación tiene que penetrar en la fuerza del adversario (aceptándola) y situarse en el ámbito de su vigor; atacarlo fuera de él mismo y sostener las propias razones donde él no se halla no favorece en nada a la cosa en cuestión» (WL II, 218-514). Y en relación al spinozismo, añade Hegel: «Por tanto, la única refutación del spinozismo sólo puede consistir en que su punto de vista sea primeramente reconocido como esencial y necesario; pero que, en segundo lugar, este punto de vista sea elevado desde sí mismo a un punto de vista superior» (WL II, 218- 514). Me parece de interés recordar expresamente tanto la idea general de lo que Hegel entiende por refutación de una concepción filosófica, cuanto la forma concreta como la aplica al caso de Spino­ za. Lo uno y lo otro podría parecer una simple consecuencia de esa otra concepción, según la cual «la diversidad de los sistemas filosófi­ cos... es... el desarrollo progresivo de la verdad» (Ph 10 - 8). Pero el hecho de que recuerde esta misma idea al tratar de Spinoza, el énfa­ sis que pone al valorar la contribución de éste y el cuidado con que se esfuerza tanto en asimilarle como en superarle —al margen de que lo consiga o no— , todo esto hace pensar que Hegel ve en la concepción de Spinoza una verdadera inflexión en problemas filo­ sóficos fundamentales, como es en un caso el concepto mismo de realidad o en otro el tema de la relación entre necesidad y libertad.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz