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292 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ contingencia. Vista, en efecto, la realidad bajo el aspecto de su inme­ diatez inesencial, se nos muestra como simple positividad, como pura y desnuda opacidad, es decir, de una parte como algo que es así, pero que pudiera no ser en absoluto o ser de otra forma; y, por otra parte, como algo que, por carecer de fundamento está destina­ do a desaparecer. Al insertar ambas dimensiones de posibilidad y contingencia en la esencia de la realidad, ésta se revela como prin­ cipio posibilitador y destructor a un tiempo. En un lenguaje más accesible, en el que además están presentes las resonancias de toda una tradición, se expresa esto mismo del modo siguiente: «La posibilidad, en cuanto lo interno de la realidad, es así justamente también la realidad sólo externa o la contingencia. Lo contingente es en general algo que tiene el fundamento de su ser, no en sí mismo, sino en otro. Ésta es la figura en que la realidad se ofrece por de pronto a la conciencia y que con frecuencia es confun­ dida con la realidad misma. Ahora bien, lo contingente es sólo lo real en la forma unilateral de la reflexión-en-otro, o lo real en el significa­ do de algo meramente posible. Según esto contemplamos lo contin­ gente como algo, que puede ser o no ser, que puede ser así o de otra forma, y cuyo ser o no-ser, ser así o ser de otro modo tiene su funda­ mento no en sí, sino en otro» (E, § 145 , Zus., p. 285 ). Que la contingencia no es la última palabra y que, en todo caso, se trata de superarla, en nada debilita su importancia. El error está únicamente en absolutizarla, en no reconocer su carácter unila­ teral. Vamos a ver cómo se inicia y consuma el proceso de su supe­ ración que, por supuesto, no quiere decir eliminación. En § 145 aparece una perspectiva distinta, que de una forma general, podría caracterizarse como «anticipación de la necesidad». Su «deducción» se hace propiamente en § 146 , y su exposición en §§ 147 - 149 . El texto íntegro de § 145 es el siguiente: «Posibilidad y contingencia son dos momentos de la realidad, lo interno y lo exter­ no, puestos como «meras formas» (blosse Formen), las cuales consti­ tuyen la exterioridad de lo real. Éstas tienen su reflexión - s í en lo real determinado en sí, en el contenido, como su fundamento esen­ cial determinante. La finitud de lo contingente y de lo posible con­ siste por ello, más concretamente, en el ser-diferente de la determi­ nación de la forma (Formbestimung) respecto del contenido; que algo sea contingente o posible depende por ello del contenido» (E,

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