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LO ABSOLUTO Y LA REALIDAD 291 verdad, que es la de valer como un ser-puesto o sea como posi­ bilidad. Viceversa la posibilidad como reflexión en sí o ser-en-sí se halla puesta como ser-puesto. Lo que es posible es algo real en este sentido de la realidad; vale sólo tanto como la realidad contingente; es él mismo algo contingente» (WL II, 173-482). A este respecto quisiera recalcar lo siguiente: a primera vista pudiera parecer que lo posible y lo contingente son aspectos super­ ficiales, rigurosamente externos, de lo real. Veremos cómo hay un sentido en el que esto es cierto, en cuanto que la realidad se rege­ nera y potencia a sí misma en esa especie de delirio báquico, en que se suceden vertiginosamente lo posible y lo contingente. Pero esto no excluye, más bien incluye, que la posibilidad y la contin­ gencia no sólo son dimensiones de la realidad, sino que la penetran totalmente, son su constitutivo esencial. Más concretamente, bajo la perspectiva de la contingencia, que implica la presencia de la posibilidad, la realidad se nos muestra como carente de fundamento en sí misma, o lo que es lo mismo, como teniéndolo en otro. «En primer lugar, por cuanto (lo contingente) tiene de inme­ diato en sí la posibilidad, o lo que es lo mismo, por cuanto la posibilidad en él es superada, no es un ser puesto, ni mediado, sino una realidad inmediata, que no tiene ningún fundam en ­ to. Como también a lo posible le compete esta realidad inme­ diata, así éste se halla igualmente determinado como contingen­ te, e igualmente carece de fundamento. Pero, en segundo lugar, lo contingente es lo real como algo solamente posible, o sea como un ser puesto; así también lo posible como formal ser en sí es sólo un ser-puesto. Por tanto, ambos no existen en sí y para sí mismos, sino que tienen su verdadera reflexión-en-sí en un otro, o sea tienen un fundamento. Lo contingente no tiene, pues, fundamento, porque es contingente; y al mismo tiempo tiene fundamento, porque es contingente» (WL II, 137 S.-482 s.). Bajo este último aspecto se refuerza incluso la idea de desfon- damiento (Grundlosigkeit) de lo real y su destino, que es la caída. Tanto el término alemán Zufall, zu fä llig , zu fallen , como el latino c a d e r e expresan esa constitutiva caducidad de lo real. Se compren­ de ahora mejor el sentido de la identidad de la posibilidad y de la

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