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288 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ contiene lo siguiente, que la esencia misma es sólo un momento y no es adecuada a la forma absoluta. Es el ser-en-sí, determinado como para ser sólo un ser puesto, o también sólo un no ser en sí. Por consiguiente, la posibilidad, en ella misma, es también la con tradicción, o sea la imposibilidad» (W II, 172-481). La clave está, en efecto, en ese «solamente». La posibilidad es solamente posibilidad; por eso no se basta como tal a sí misma y ha de fundirse con la realidad como uno de sus momentos. Es, pero como no ser-en sí.Por tanto, para ser en verdad, ha de ser en lo otro, en lo real. Es «el deber ser de la totalidad de la forma». En efec to, la posibilidad es algo formal, pero de modo deficiente, no ade cuado a la forma absoluta. Constituye por ello un mero deber ser con relación a ésta. Es esencial, pero como mera esencialidad, que requiere el ser, únicamente en el cual tiene su verdad. La recta comprensión de la posibilidad impide así que el trata do sobre la esencia en su conjunto se diluya en un mero juego de «esencias», que no lleguen a tener pie firme en lo concreto. De ahí el postulado, desde esta visión de la sola posibilidad, de recuperar el ser mismo en el ámbito de la esencia. El término «solamente» confir ma, pues, la interpretación que aquí hemos propuesto, en el senti do de que no se trata de devaluar la posibilidad, sino de compren derla desde la perspectiva de lo real concreto. Hay un evidente paralelismo entre lo posible y lo interno, en cuanto que también lo interno es sólo lo interno y postula por ello su propia exteriorización. Lo que surge en esa actualización o realización de lo posible es la contingencia, cuyo papel es análogo al de la exte rioridad, si bien ésta, bajo la nueva perspectiva, encuentra su verdade ra expresión en la conjunción de las dos «formas»: la posibilidad y la contingencia. Pero en ambos casos se trata de una exteriorización. De un modo genérico podríamos decir que la esencia se caracteriza como «expresión», dándose ésta en un caso como exterioridad y, en otro, como contingencia. Y al igual que aquélla es la revelación de lo inter no, ésta puede considerarse como revelación de la posibilidad. La deducción de la contingencia es doble. En E, § 144, Hegel plantea el problema bajo el punto de vista de lo que queda, abstraí do el momento de la posibilidad, o en términos más técnicos, bajo el punto de vista de lo real en su diferencia de la mera posibilidad:
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