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284 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ tal consideración lo posible se revela como inesencial y como caren­ te de toda legitimación. Opino que bajo este punto de vista lo posi­ ble no es en modo alguno una dimensión de la realidad, ni tiene tampoco función alguna en el contexto de las categorías lógicas. Es no sólo algo abstracto, es una mala abstracción, en cuanto que exis­ te también, según Hegel, otro tipo de abstracción, que es sin duda legítima, aunque sea en todo caso deficiente, es decir, una dimen­ sión unilateral de lo real concreto. La función, sin embargo, paradó­ jicamente positiva, que tal consideración tiene, es hacer que se muestre, por contraste, el verdadero significado de la posibilidad: el de remitir a lo real concreto, el hacer ver que lo posible no tiene significado alguno fuera del ámbito de la realidad misma. Según la otra consideración, esta vez no extrínseca o ilegítima, sino pertinente en cuanto intrínseca a la cosa misma, la posibilidad no es vista como desvinculada de la realidad concreta, sino como una dimensión de la misma. Sin embargo, aun siendo algo esencial, no da cuenta de lo concreto en cuanto concreto. En este sentido es «lo esencial para la realidad», no la realidad misma. ¿En qué sentido es esencial y qué significa ese «para la realidad»? Es esencial, en cuanto que expresa la identidad de lo real bajo el punto de vista de su reflexión-en-sí. En efecto, lo posible no es simplemente algo pre­ vio, una especie de condición de lo real, en el sentido obvio de que, si las cosas no son posibles, tampoco pueden llegar a ser reales. Es, por el contrario, inherente esencialmente a lo real mismo, puesto que de no ser así, dejaría automáticamente de existir como tal cosa. Y es, más precisamente, posible la cosa en cuanto que en su rela­ ción a lo otro, que es ciertamente una dimensión esencial de lo real, mantiene su referencia a sí misma, y sólo bajo este punto de vista puede ser identificada como tal. De ahí que exprese a este nivel, como veíamos, la identidad de la esencia. Pero la posibilidad es, por otra parte, «lo esencial para la reali­ dad», en cuanto que, sin ser lo real concreto, remite a ello. Es decir, carece de sentido, como ya se ha visto, considerar la posibilidad de por sí, sin incluir explícitamente tal referencia. ¿Por qué entonces la posibilidad es lo esencial para la realidad y no lo esencial de la rea­ lidad? Sencillamente porque la realidad concreta es no simplemente posible, es también y por la misma razón, por paradójico que pueda parecer, imposible. En efecto, la posibilidad expresa, en cuanto iden-

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