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282 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ pero de forma que al mismo tiempo es solamente posibilidad» (E, § 143, p. 281). En primer lugar, la posibilidad tiene que expresar en este orden la identidad de la esencia consigo misma. De suyo la identidad, como una de las categorías de la Lógica, tiene su lugar propio al comienzo del tratado sobre la esencia, dentro de lo que Hegel llama «determinaciones de la reflexión» (Reflexionsbestimmungen). Posibi lidad no es lo mismo que identidad, en cuanto que en este orden de la realidad se suponen ya toda una serie de mediaciones. Ejerce la función de la identidad, pero ¿de qué forma? La realidad «contie ne inmediatamente el ser-en-sí o la posibilidad. Lo que es real es posible. Esta posibilidad es la realidad reflejada en sí. Pero este pri mer ser-reflejado-en sí mismo es también lo formal, y por eso es en general sólo la determinación de la identidad consigo mismo , o del ser-en-sí en general (WL II, 171-480). El hecho de que la posibilidad sea sólo lo formal y de que, en consecuencia, sea de todo punto insuficiente para explicar la estructura de la realidad —es una indi cación contra la concepción de Leibniz— no quiere decir que sea irrelevante. A tal conclusión podrían llevar ciertamente algunas afir maciones, a las que nos referiremos luego. Pero no se trata de pole mizar contra la noción misma de posibilidad, sino contra alguna concepción de la misma; en términos generales, se trata de impedir su absolutización. La importancia de la posibilidad está en que resalta justamente la dimensión de la reflexión-en-sí. Y por esto es más que la simple identidad abstracta y vacía, ya que al tratarse de la reflexión, la iden tidad no puede referirse a algo simplemente dado o inmediato. Es, por el contrario, una identidad lograda, que expresa la transparen cia a sí mismo en medio de la serie de mediaciones, a la que la cosa en cuestión está expuesta. Hegel, con todo, habla muy claramente de la deficiencia de que adolece lo posible. Veremos luego en qué sentido. Vista la posibilidad sólo en sí misma, al margen y con indepen dencia de la «unidad concreta de lo real» se revela como «la esencia- lidad abstracta e inesencial». Más que de dialéctica parece tratarse de una simple paradoja. La expresión es sin duda sorprendente. ¿Pues cómo lo esencial puede ser al mismo tiempo inesencial? La
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