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LO ABSOLUTO Y LA REALIDAD 273 Merecería la pena repensar textos como el que acabo de citar, antes de decidir si la concepción de Hegel es asimilable o no por la Teología cristiana. El peligro, dicho en pocas palabras, está en neu tralizar la relación dialéctica de los términos en cuestión, o en inter pretar el devenir propio de Dios según el modelo de devenir que es propio de los seres finitos. Una segunda nota de lo meramente interno es su «asistematici- dad». Las cosas que tienen sólo una dimensión interna no pueden ser unificadas sino de forma puramente extrínseca: «La esencia es sólo, por de pronto, lo interior, por eso está también considerada como una comunión puramente extrínseca, carente de sistema (eine ganz ausserliche, systemlose Gemeinschaftlichkeit). Se dice la ins trucción pública (Schulwesen), el periodismo (Zeitungswesen) y con esto se entiende algo común (ein Gemeinschaftliches), que está constituido por una colección exterior (durch áusseres Zusammen- nehmen) de objetos existentes, por cuanto éstos carecen de toda vinculación esencial, de toda organización» (WL II, 54-464). He adu cido este texto, porque en él el tema de lo interno y lo externo es visto en relación con la distinción entre lo común (das Gemeinsa- me) y lo universal (das Allgemeine), desde cuya perspectiva ha de entenderse la encendida polémica de Hegel contra toda visión ato mizada, simplemente nominalista o empirista de la realidad (cf. WL II 225 ss., 259 ss.-518 ss., 546 ss.). La visión de lo meramente interno como equivalente de lo no- desarrollado y asistemático se comprende desde una interpretación de lo real no simplemente como dinámico, sino como autoproduc- tor. Es igualmente desde esta perspectiva como se entiende que cuanto más fuerte es su capacidad de unir y de organizar, tanto más profunda es su interioridad. La formulación verdaderamente dialéctica de la relación entre lo interno y lo externo consiste en que uno y otro son «los lados de una única totalidad; o sea, ésta misma es sólo el trastrocamiento de uno en el otro» (WL II, 154-464). Más concretamente, cada uno de esos extremos (lo interno y lo externo) «está puesto en él mismo como la totalidad de sí mismo y de su otro» (WL II, 155-465). De suyo ésta es una noción común y genérica de dialéctica, que apare ce por ello aplicada en múltiples y variados contextos. Lo que me parece ser peculiar en este caso es esa especie de vaciamiento de
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