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272 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ parte, es aquello que aún no se ha desarrollado y que por ello jus­ tamente no ha consolidado su propia esencia o no la ha realizado. Y justo por ello lo interior, que no es sino interior, es decir, que no ha llegado a exteriorizarse y a constituir una identidad con lo exte­ rior, es exterior a sí mismo en un sentido peyorativo, en cuanto que está tanto más necesitado de lo otro-de-sí, para poder subsistir. Lo que, como contrapartida, quiere decir que, en la medida en que algo es verdaderamente real, es autónomo. El germen es lo interior respecto de la planta, el niño es lo interior respecto del hombre maduro. Pero justo por ello son «algo inmediato, algo exterior, que todavía no se ha dado la relación negativa a sí mismo, son algo pasi­ vo, entregado al ser-otro» (WL II, 154-464). Por lo demás, la superación de la esencia entendida como lo meramente interno es muy importante en la concepción general de Hegel, lejos de limitarse a llenar un vacío cualquiera en la cadena de deducción de las categorías lógicas. En Ph, por ejemplo, Hegel refuerza la idea de que «el verdadero ser del hombre es su “acciónn» (cf. Ph, 236 ss.-192 ss.). La RPh, en puntos fundamentales y muy signi­ ficativos, no puede tampoco entenderse o se presta a malentendidos, si se olvida esta dialéctica de lo interno y de lo externo. Así, por ejem­ plo, los individuos representan nada menos que la «Wirklichkeit» de los «poderes éticos» (sittliche Máchte, § 145). Éstos no se constituyen, pues, como tales sino en y a través de los individuos. Por lo demás, lo que la idea de «exteriorización» significa para un recto planteamiento de la Filosofía de la Religión se echa de ver en el texto siguiente, que Hegel mismo aduce como ejemplo, si bien la relación entre lo interno y lo externo aparece aquí expresada mediante los conceptos de inme­ diatez y mediación, que de suyo tienen un alcance más amplio: «Así también Dios, en su concepto inmediato, no es espíritu; el espíritu no es lo inmediato, lo opuesto a la mediación, sino más bien la esencia que pone eternamente su inmediación, y vuelve de ésta eternamente a sí. Por consiguiente Dios, en forma inmediata, es sólo la naturaleza. O sea la naturaleza es sólo el Dios interior, no el Dios real como espíritu, y por ende, no es el verdadero Dios. O bien Dios en el pensamiento, como primer pensamiento, es sólo el puro ser, o también la esencia, el absoluto abstracto; pero no Dios como espíritu absoluto, tal como es solamente la verdadera naturaleza de Dios» (WL II, 154-464).

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