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LO ABSOLUTO Y LA REALIDAD 267 co. En el lenguaje corriente, en efecto, ambos términos suelen pre­ sentarse como contrapuestos y aún como inconciliables. Lo interno es algo así como el núcleo de las cosas y lo que es a su vez más difícil de conocer, lo externo es, por el contrario, lo superficial y también lo que está más a mano. Luego veremos cómo y por qué Hegel rechaza esta concepción, que suele ser común en la interpre­ tación de lo real. De momento interesaba destacar esta crítica del dualismo bajo distintos aspectos. La unidad de la esencia y de la existencia, de lo interno y de lo externo, en que consiste la realidad, no es simplemente inmedia­ ta, sino que ha llegado a ser inmediata. La inmediatez de tal unidad no es, pues, algo dado, sino producto de una mediación, resultado de un proceso. Con lo cual queda dicho simultáneamente que la realidad de algo no es equivalente del «estar-ahí» de ese algo. O dicho de otra forma, por el hecho de que algo se dé, no es ya real, no está aún realizado como tal algo. Hegel acentúa, pues, al máximo, en este punto, el carácter diná­ mico de la realidad. Respecto de categorías expuestas con anteriori­ dad, concretamente al hablar de la relación entre el todo y las par­ tes, entre la fuerza y su exteriorización, ha quedado ya patente la estructura constitutivamente dinámica. (Significativamente Hegel habla en ese contexto de «relación esencial» —wesentliches Verhält­ nis—, lo cual introduce una modificación fundamental en la concep­ ción aristotélica de las categorías). Allí, sin embargo, no sólo se man­ tiene la distinción entre lo uno y lo otro: entre el todo y las partes, entre la fuerza y su exteriorización, sino que, pese a la implicación esencial, no se llega en ningún caso a afirmar que lo uno sea lo otro: que el todo sea las partes y al contrario, que la fuerza sea su exterio­ rización y al contrario. Hay ciertamente una relación esencial entre los extremos, pero la unidad que constituyen no llega a ser inmedia­ ta, puesto que persiste justamente la inmediatez de los mismos, se mantiene «la forma dual de la relación entre dos» (Leonard, p. 241). Aquí, en cambio, los extremos en cuestión, la esencia y la existencia, lo interno y lo externo, aun reteniendo cada uno su peculiaridad, superan de todo punto su inmediatez. Bajo este aspecto diríase que se han convertido en algo de carácter estrictamente energético. En la esfera de la realidad la esencia es existiendo, lo interior es exteriorizándose. No sólo hay, pues, una continuidad entre lo uno

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