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256 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ su vez, una más adecuada interpretación del concepto mismo de realidad. En lo que se refiere a Spinoza la crítica puede resumirse en los puntos siguientes: 1) Hegel reconoce como válido el que considera «principio absoluto de la filosofía spinoziana»: «la determinación es negación» (WL II, 164-474). Pero Spinoza se queda, a su vez, en la negación como determinación. O sea, la negación de toda determinación es la última palabra sobre lo absoluto. En éste se disuelven, y pierden, por tanto, su consistencia, tanto los atributos como los modos. Lo que le falta a Spinoza es dar el paso a «la negación absoluta o nega­ ción que se niega a sí misma» (ibid.), postular y fundamentar, dicho de otra forma, la salida de sí mismo hacia lo mudable y contingente. Esta deficiencia, al igual que las que vamos a ver a continua­ ción, tiene su raíz en que para la filosofía spinoziana «la reflexión y su múltiple determinar es un pensar extrínseco» (ibid.); en que la sustancia no es al mismo tiempo sujeto, siendo incapaz en conse­ cuencia de negarse a sí misma; en que no es una «sustancia vivien­ te» (lebendige Substanz). Ésta «es el ser que es en verdad sujeto o lo que es lo mismo, que es en verdad real, pero sólo en cuanto que es el movimiento del ponerse a sí misma o la mediación de su deve­ nir otro consigo misma. Es, en cuanto sujeto, la pura y simple nega- tividad» (Ph 20, 15 s.). En este mismo contexto Hegel formula el que entiende ser el principio básico de su filosofía: «Según mi modo de ver... todo depende de que lo verdadero se aprehenda y exprese no sólo como sustancia, sino también y en la misma medida como sujeto» (Ph 19, 15). Al tratarse de un principio básico del sistema, pudiera quedar la duda de si no estamos ante un presupuesto no clarificado. Pero Hegel previene esta posible objeción al advertir que la justificación del principio sólo será posible «mediante la expo­ sición del sistema mismo» (Ph 19, 15). Al margen de lo que se exija de una justificación válida, es innegable que Hegel hace una y otra vez operativo el mencionado principio. Lo que nos interesa en este punto es que la insuficiencia de la concepción spinoziana hace imposible «el principio de la personali­ dad» (WL II, 165-475), «una deficiencia, añade, que fue el principal motivo de indignación contra el sistema de Spinoza» (ibid.). El repro­ che lo hace suyo Hegel, pero no se para en él, sino que ahonda en

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