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254 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ constituirse a sí mismo. Y esto es, al menos, la condición de posibili­ dad de que termine constituyéndose en sus modos. Dicho de otra forma, Hegel se opone decididamente a la idea de que los modos sean absorbidos en cualquier forma por lo absoluto, ya que represen­ tan, por el contrario, la forma en que lo absoluto se pone a sí mismo. Éste es un aspecto en que Hegel, recogiendo el principio spi- noziano de la causa sui , quiere pensarlo con toda radicalidad, incor­ porando por supuesto el principio fichteano de la autoposición de lo absoluto. Como resumen de lo que hemos visto sobre la concepción de lo absoluto el texto siguiente es tan claro como explícito: «El verdadero significado del modo es, por consiguiente, el de ser el propio movimiento reflexivo de lo absoluto, es decir, un determinar, pero no un determinar tal que por medio de él lo absoluto se convierte en un otro , sino solamente un determinar lo que lo absoluto ya es, vale decir, la exterioridad transparente (die durchsichtige Áusserlichkeit), que es el mostrarse a sí mismo, un movimiento que procede de sí hacia fuera, pero tal que este ser-hacia-fuera es también la interioridad misma, y con eso tam­ bién un poner, que no es solamente un ser-puesto, sino ser abso­ luto» (WL II, 163-474). Es éste un texto en mi opinión especialmente logrado. Comen­ tar de nuevo cada una de sus expresiones podría resultar de interés, pero creo que lo fundamental está ya dicho. En todo caso volvere­ mos sobre él en lo que sigue, porque nos ayudará a delimitar el alcance de la crítica hegeliana tanto a Spinoza como a Leibniz. Bajo otro punto de vista en el modo se realiza la identificación del contenido y de la forma, en el sentido de que «el contenido de lo absoluto consiste en manifestarse» (WL II, 164-474). Dicho de una manera más elemental: no hay en lo verdaderamente absoluto un contenido que se manifieste y otro que no se manifieste. No hay en él reconditeces, ocultamientos o secretos. Todo es patente. Su forma (la manifestación) es, pues, absoluta. Ello supone que en la doble vertiente: ser como aparecer y ser en sí mismo o «en la esci­ sión de sí misma es totalmente idéntica a sí misma» (WL II, 164- 474). Lo que significa igualmente que en la co-incidencia de las dos

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